Metodología cualitativa e historias de vida

Roberto Cipriani


Metodología cualitativa e historias de vida


Parmi d’aver per lunghe esperienze osservato tale esser la condizione umana intorno alle cose intellettuali, che quanto altri meno ne intende e ne sa, tanto più risolutamente voglia discorrerne; e che, all’incontro, la moltitudine delle cose conosciute ad intese renda più lento ed irresoluto al sentenziare circa qualche novità


(G. Galilei, Saggiatore, VI, 279)


Premisa


En el campo sociológico el actual y renovado debate sobre el método parece ser un debate sin método. Las discusiones y las contraposiciones, a pesar de no esconder corporativismos académicos, pertenencias ideológicas, tomas de posiciones, oportunismos contingentes, revelan frecuentemente una tendencia a la incomprensión de las posiciones ajenas y también del significado de las propias; ambas posiciones no poseen la fecundidad del debate inter-método.


Las soluciones adoptadas, ya sean fundadas sobre el individualismo metodológico, sobre el monismo de la perspectiva única y totalizadora, sobre el dualismo de la discusión entre cualitativismo y cuantitativismo o sobre el pluralismo ascético y apto para todas las situaciones, no parecen ofrecer indicaciones convincentes y sobre todo pruebas empíricas satisfactorias y sin ambigüedad.


El actual debate no tiene el espesor, tal vez un poco serio y solemne, del anterior Methodenstriet. Se asiste a enfrentamientos artificiales, a batallas que no tienen historia. ¿Qué sentido tiene entonces recurrir a la ironía sobre el adversario si no como intento de cubrir la falta de argumentos válidos y posibles de comprobar? ¿Qué significa evitar descender al terreno del enfrentamiento directo si no un deseo de autoreferencialidad cerrada, sin puertas ni ventanas, en consecuencia con una sustancial incomunicación entre científicos sociales, que se atrincheran en la propia fortaleza metodológica, alejando toda posibilidad de salida y toda hipótesis de “navegación” extra moenia?


Sin embargo no siempre las perspectivas utilizadas entran en esta tipología. Existe quien se dirige hacia otros horizontes de investigación y mediación. Así, según Jean Michel Berthelot, “los circuitos y las modalidades de la comunicación y del intercambio científico en el seno de la sociología rebelan rechazos, negaciones o simplemente incomprensiones que parecen derivar de la inconmensurabilidad evocada por Kuhn y Feyerabend. Las grandes controversias que rodean (émaillent) la disciplina lo testimonian”[1], también “la negación de otra posición, su incomprensión en el cuadro de una controversia, se sitúan en el nivel pragmático y en el nivel lógico”[2]. Con el objetivo de realizar una integración no completamente utópica entre los varios enfoques, el estudioso francés apunta en primera persona a desarrollar un “interlenguaje” capaz de comunicar las diferentes opciones metodológicas. Es decir, a pesar de las divisiones metodológicas, es posible encontrar puntos de contacto, convergencias y modalidades de integración, sin negar al mismo tiempo la especificidad de cada lenguaje-método.


Es principalmente en la actividad empírica concreta que se encuentran las modificaciones significativas: se pasa de lo macro a lo micro, de lo cuantitativo a lo cualitativo, de lo longitudinal a lo transversal, de lo intensivo a lo extensivo. Aquí hasta la identidad disciplinar se conjuga fácilmente con otras ciencias: la sociología con la antropología, la historia con la economía, la psicología con la filosofía. De este modo se realiza en lo concreto lo que es negado como principio. Y el bricolage científico se convierte en una práctica frecuente que busca elementos de cohesión – dentro de ciertos límites -, supera las incoherencias y trata de entender y explicar las correspondencias que resultan significativas.


Para la inteligencia, o mejor dicho la inteligibilidad social[3], todo se convierte en discursivo, dialéctico, pero al mismo tiempo, lejano del viejo dualismo entre objetivismo y subjetivismo, entre estructural-funcionalismo y fenomenología, entre determinismo y constructivismo, entre nomotético e idiográfico entre investigación neutra e investigación-acción, entre individuo y sociedad. En definitiva, para concluir con las palabras de Berthelot, existe “una tensión interna como expresión de un racionalismo plural en formación”[4].


La definición y la puesta a prueba de las tipologías representan el meeting point (el punto en común) de las diversas elecciones metodológicas, es decir de la pluralidad – obvia – de los métodos. Al mismo tiempo es útil admitir, según Touraine, que “en cada método es necesario indicar su debilidad, lo que obliga a recurrir a otros métodos y a otros enfoques conceptuales. Un método no es válido si no en la medida en que tiene un uso limitado en este o en aquel tipo de problemas”[5].


También Liliane Voyé propone una mediación en base al principio que el dualismo de los métodos puede transformarse en complementariedad. Lo que dependerá en gran medida de la habilidad del investigador y no sólo de la elección de los instrumentos.


En consecuencia se prefiere lo indeterminado, lo que es abierto, heterodoxo, ecléctico, diferenciado pero al mismo tiempo inmanente, es decir pulsional, comunicativo, difuso. Se anula el monopolio de las grandes interpretaciones omnicomprensivas y se acoge la proliferación de las “comunidades interpretativas”. En este sentido, se produce un “deslizamiento de métodos”, expresión a la que Voyé no da quizás la importancia que merecería, ya que ésta es la señal de un dinamismo, de una renuncia a la estabilidad, de una tendencia al funcionamiento conjunto con otros métodos, una especie de fitting (enfoque apropiado) sociológico, donde los diferentes métodos representan las partes de un mosaico cuya lectura es posible sólo colocando juntas las partes que lo componen. Oportunamente, Voyé insiste sobre la acumulación de las ciencias y de los conocimientos en una “fecundación recíproca”[6].


Metodología y métodos


La incertidumbre terminológica, el exceso de neologismos y el rechazo de propuestas definitivas son elementos que no ayudan al desarrollo del conocimiento sociológico. En vez de recurrir a un vocabulario común, a una serie de conceptos compartidos universalmente, se debe volver a empezar ex novo sobre los términos-claves, sobre las referencias fundamentales. En cambio, en otras disciplinas – como en el caso de la estadística (véase la Encyclopaedia of Statistical Science, cuyos compiladores son L. Kotz y N. L. Johnson) – existe un glosario científico utilizado como “base” imprescindible, que ayuda a resolver los problemas iniciales de tipo nominalístico relativos a los instrumentos de la investigación.


A pesar de tener presente el hecho de dar lugar a alguna diferenciación respecto a las propuestas ya realizadas por otros estudiosos, conviene aclarar preliminarmente las opciones de base en el campo metodológico.


En primer lugar se debe considerar que la metodología (llamada la méthode por los estudiosos franceses y the methodology por los anglosajones) es el discurso, el razonamiento (lógos) sobre el método. Es la “doctrina” que analiza las reglas y los principios de naturaleza procesal. De este modo, ésta precede la fase operativa concreta, la parte empírica de la investigación. Por lo tanto, la metodología se encuentra antes que el método (o los métodos), porque en definitiva es la que posee los caracteres de un proceso lógico-racional que precede toda operación científica. Es el primum de un largo set de pasos a seguir.


Como método, o mejor dicho, métodos o técnicas (en francés les méthodes, en ingles the methods) se deben entender todas las reglas, los principios operativos y los procedimientos aplicativos que apuntan al conocimiento científico.


En el caso de las historias de vida, por ejemplo, es legítimo hablar de una verdadera metodología en sentido general si uno se refiere al enfoque global en clave teorética y a la discusión relativa a las normas de validez científica. Pero en el momento en que se pasa a suministrar las entrevistas para recoger las biografías de los individuos sociales se está en el campo de los métodos, de las técnicas y de las normas específicas del procedimiento cognoscitivo.


En esta línea de elecciones epistemológicas no es posible recoger consensos incondicionales. Así, por ejemplo, Boudon y Bourricaud en su diccionario sociológico[7] distinguen oportunamente la metodología respecto de las técnicas, pero insisten sobre el carácter de actividad “crítica” que la primera tiene respecto de los resultados empíricos. En otras palabras, la metodología es en primer lugar una “explicación del texto”, es un análisis crítico de los productos de investigación: “método del método”, “crítica de las teorías”.


Tal metodología es apropiada tanto para las ciencias sociales como para las naturales. Y además “de este modo concebida se aplica a todos los tipos de investigación, se trate de estudios cuantitativos o cualitativos, de trabajos de tendencia teórica o de estudios sociográficos”.[8]


En realidad este tipo de solución supera el nivel de la metodología y pertenece más bien a un ámbito superior, global, que se podría llamar de la metametodología, es decir como discurso común a todas las ciencias, antes de ser aplicado a ámbitos disciplinarios específicos, donde por otro lado no está dicho que se deba usar una única metodología, sea cualitativa o cuantitativa.


Recapitulando se puede decir que el primer estadio, el más amplio, que se define sintéticamente metametodología, es omnidisciplinar. En el ámbito de la metodología se ubica lo especifico de cada ciencia (social o física, tecnológica o médica, etc.).


En el campo de la metodología son practicables – separada o conjuntamente – tanto la perspectiva cuantitativista como la cualitativista. Sin embargo cada una de éstas tiene su plausibilidad metodológica general. Solamente en un segundo momento llegan las técnicas de intervención y de recolección de datos.


El siguiente esquema puede ser útil para graficar lo apenas tratado:


METAMETODOLOGIA


(relativa a todas las ciencias)


METODOLOGIA CUALITATIVA Y/O CUANTITATIVA


(relativa/s a una disciplina específica)


METODOS (O TECNICAS)


(relativo/s a investigaciones específicas)


No está de más recordar en este cuadro específico y problemático que “a los datos estadísticos y a los resultados de las medidas y de los análisis es generalmente atribuida una suerte de objetividad inmediata, que podría fácilmente sugerir interpretaciones dudosas”[9] y que podría explicar el texto más allá de su significado real. Por otro lado “también el análisis de las correlaciones estadísticas conduce frecuentemente a conclusiones dudosas”[10]. Es por este motivo que “los resultados de un análisis estadístico pueden convertirse en inteligibles cuando se recurre a la utilización de métodos no estadísticos”[11].


Metametodología y metaciencia


Conviene retomar la cuestión de base, aquella inicial de la metametodología, la cual puede ser asumida como metaciencia o como meta-análisis, cuyos caracteres están emparentados – no sin diferencias sustanciales – con la epistemología, con la filosofía y con la lógica de la ciencia. La metametodología es un ‘término’ conceptualmente más amplio, se podría decir de género; mientras que para el término especie es necesario pasar a la metodología, que a su vez precede los métodos o las técnicas (los que representarían una subespecie). Pero el hecho de recurrir a términos como género, especie y subespecie tiene un valor puramente enunciativo-explicativo y no implica ninguna utilización de los caracteres típicos de un evolucionismo paracientífico.


Por lo tanto es necesario retomar con gran cautela el tema de la metaciencia según la versión propuesta originariamente por Radnitzky[12] en 1968 y retomada en 1984 por Marradi[13]. Este autor italiano insiste en subrayar que “el prefijo griego ‘meta’ tiene el significado de ‘discurso sobre’ (como por ejemplo ‘metalenguaje’, ‘metaconceptos’)”[14]. Precisado este aspecto es necesario señalar también que los recorridos seguidos por los diferentes autores son múltiples y hasta contradictorios. Existen por un lado quienes intentan mediar y por el otro quienes defienden tenazmente sus propias posiciones (no casualmente Steve Toulmin recuerda una afirmación de Víctor Turner al final de una animada discusión sobre estos temas: “Bien, Steve: tú tienes tu paradigma y yo el mío”)[15].


Aún así algunos criterios-guía parecen ser considerados como factores principales para el uso correcto de los datos científicos: el primer criterio es de la generalidad, es decir, la posibilidad de poder generalizar los resultados del analisis al entero universo de la ricerca (aquí prevalece la dimensión cuantitativa); el segundo es el de la significatividad (donde es decisiva la connotación cualitativa); el tercero es el de la representatividad (donde una vez más predomina el carácter cuantitativo), el cuarto es el de la recorribilidad y el quinto, el de la revisibilidad (que unen aspectos cualitativos y cuantitativos). Sin embargo se debe indicar que en ningún caso el enfoque cuantitativo excluye del todo el cualitativo y viceversa.


A nivel procesal se puede hablar de procesos analíticos y sintéticos, deductivos e inductivos. En el caso de los procedimientos analíticos y sintéticos hay una fuerte circularidad. En lo que respecta a lo deductivo el peso del nivel hipotético es fuerte mientras que en el caso del procedimiento inductivo tienen mayor importancia los datos recogidos (por ejemplo, a través del análisis de los cuestionarios y la transcripción de historias de vida).


Actualmente y más allá de estas premisas y precauciones operativas, no menos fundamentos posee la observación que el matemático-filósofo Jules-Henri Poincaré exponía hace casi un siglo: la sociología sería una ciencia de muchos métodos y de escasos resultados científicos. Esto no pretende ser una invitación al abandono de las cuestiones metodológicas, porque no es dejando de lado las preocupaciones que se pueden obtener óptimos resultados. En realidad “no se trata de tirar el patrimonio técnico-metodológico que, bien o mal, la sociología ha adquirido. Se trata – pero esto es obvio y poco tiene que ver con el positivismo o el neopositivismo – de evitar los riesgos de la ‘cuantofrenía’ y de la incorrecta inferencia de elaboraciones de datos discutibles”[16].


Sobre el uso incorrecto de los datos existe una amplia bibliografía, que no está dirigida sólo a la sociología sino a toda disciplina que esté en relación con el problema de la medición. Sin embargo, el punto de discusión es otro: verificar si una metodología cualitativa tiene el suficiente motivo científico de existir o si los métodos aplicativos correspondientes resultan confiables o no.


La reconquista de la sociología cualitativa


Si se consideraran algunos hechos concretos no deberían existir más dudas sobre la consistencia real de la sociología cualitativa: es cada vez mayor el número de sociólogos que se autodefine cualitativista (basta ojear el anuario, entre otros, de la American Sociological Association para constatar que el número de los investigadores que trabajan en el campo cualitativo es casi igual a los que trabajan en el cuantitativo). Se encuentran en los textos de base, en los manuales y en las enciclopedias, capítulos específicos dedicados al enfoque cualitativo (así es la Encyclopedia of Sociology, compilada por el cuantitativista Edgar F. Borgatta). También las revistas especializadas se dedican ampliamente a la sociología cualitativa (se pueden citar algunas: Qualitative sociology, Studies in qualitative methodology, Studies in symbolic interaction, Symbolic interaction, Behavior research methods and instrumentation, Language, Language and society, Language and social identity, Language and speech, Discourse & society, American behavioral scientist, Behavioral science, Image, Signs, Ethos, Oral history, Quality and quantity, Sociological methods and research y Methods: a Journal for human science. Colecciones enteras de volúmenes están dedicadas a temas cualitativos (Qualitative research methods de la casa editorial Sage tiene más de veinte títulos). Por último una verdadera gama de publicaciones sobre el análisis cualitativo (ya sean libros o artículos) parece constituir la novedad de estas últimas décadas en el campo sociológico.


Según Gubrium e Holstein[17] la característica de los métodos cualitativos es la inseparabilidad del método y de la teoría, ya que la metodología está relacionada no sólo con la lógica del procedimiento (que es la parte inferior, es decir los métodos y las técnicas, según nuestro esquema antes mencionado) sino también con el análisis (que se coloca en la parte superior, la metodología tout court según nuestra definición).


Sin embargo una vez más la confusión verbal puede provocar una ulterior confusión debido a las diferencias lingüísticas y teoréticas. En primer lugar no parece ser compartida la idea que sólo la sociología cualitativa conjuga la teoría y el método ya que esto se puede verificar también en el ámbito cuantitativo. Aclarado esto, es plenamente aceptable la idea que la teoría debe ser tratada como un método (o mejor dicho como una metodología). No existe en consecuencia alguna diferencia a este propósito, como en cambio sostienen los dos autores de la Encyclopedia, que consideran el hecho de poder realizar hipótesis, conceptos y tipologías a partir de los datos. Sin embargo: ¿quién impide formular al menos las hipótesis al inicio de una investigación cualitativa?


Así, la asunción de forma y significado por parte de los datos en el curso de la investigación es un momento común no del todo diferente si se trabaja con cuestionarios o cn historias de vida. Lo que en cambio es profundamente distinto es el procedimiento técnico; es más, lo es en la misma medida que lo son la metodología cualitativa respecto a la cuantitativa.


En otras palabras, si Gubrium y Holstein ven la diversidad de las técnicas como una discriminación, no es así en nuestra perspectiva. En realidad, parecería que los dos sociólogos americanos reducen el alcance de los métodos cualitativos, confinándolos en un frame (armazón) de meras técnicas, aunque sí estén movilizadas por una teoría que se convierte en método. Es más, no es necesario este escamotage si en un nivel más alto – aquél de la metodología sociológica, cualitativa o cuantitativa – la dignidad del discurso teórico es innata ya en el análisis. Esto significa poner en el mismo plano científico – sea cualitativo o cuantitativo – la metaciencia y la metametodología; ya que juntas responden a la lógica de la investigación científica, aunque se articulan sucesivamente con teorías propias y con procedimientos específicos y más peculiares. Así, la distinción no se realiza sólo al final del iter, sino en la misma fase metodológica “pura”, cuando todavía no ha alcanzado los términos empíricos de la aplicabilidad, es decir de la conducción concreta de la investigación en el campo.


En modo explícito se puede decir que el recorrido es el mismo en el cuadro de la metametodología: luego comienza a alejarse en clave metodológica y se diferencia al máximo en el uso de las técnicas implementadas en las teorías formuladas en la fase de la metodología cualitativa o cuantitativa.


Si se decidiera recurrir a las dos metodologías para una misma investigación, es posible – por ejemplo – usar hipótesis no homólogas entre sí pero símiles aún teniendo en claro el presupuesto que existe una neta dicotomía en la perspectiva operacional. Dicho en otro modo, allí donde se tiene una misma hipótesis, en una investigación tanto con cuestionarios como con historias de vida, no es practicable el mismo itinerario de verificación, el mismo pasaje de la enunciación teórica a la traducción en items, presentes en una grilla de preguntas precodificadas así como en explícitas solicitudes a formular por parte del investigador en el curso de una narración biográfica.


La elección que se hace en el momento de la organización del significado no logra resolver la cuestión. Este significado no puede ser descubierto sólo en un ámbito cualitativo. No se encuentra ciertamente esta intensión en la “Nota metodológica”, premisa de El campesino polaco en Europa y América de Thomas y Znaniecki, quienes en cambio partían de la “situación” y la “definición de la situación”, entendiendo la primera como “el conjunto de valores y de actitudes con los que el individuo o el grupo tiene relaciones en un proceso de actividad” y la segunda como “concepciones más o menos claras de las condiciones y de la conciencia de las actitudes”[18]. Tal determinación de los puntos esenciales tiene seguramente una posibilidad mucho más amplia de desarrollo en un contexto de análisis cualitativo, pero nada impide verificar la “organización del significado” y la “definición de la situación” a partir de las preguntas específicas de un cuestionario. En efecto, “el significado subjetivo atribuido por quienes están comprometidos en una conducta” y su cambio con el variar de las condiciones pueden también encontrar instrumentos de verificación mediante un enfoque cuantitativo.


Los enfoques de la metodología cualitativa


Se pueden citar las metodologías cualitativas más significativas, de modo de clarificar su rol en la fase que precede al trabajo concreto de investigación.


Es seguramente el interaccionismo simbólico uno de los mayores enfoques, lanzado por el crítico por excelencia de la obra clásica considerada como guía de la investigación cualitativa: Herbert Blumer, el mismo que había analizado el poderoso trabajo de Thomas y Znaniecki en su celebre Appraisal[19]. El punto clave de la metodología interaccionista[20] es la atribución de significado a la acción, es más, el significado es incorporado en la misma acción. En efecto, la acción tiene lugar con relación a los significados que los objetos y los hechos tienen para los actores sociales – quienes operan a partir del surgimiento del significado en el interior de la interacción social – por esta razón el significado es el que al final promueve la interacción misma. Se trata de un círculo bastante cerrado pero fuertemente dinámico e interactivo. La obra del investigador consiste en definitiva en captar tal significado en el circuito de la interacción social, evitando predefinirlo antes de la investigación. Esta es la metodología utilizada por William Foote Whyte, que tuvo que sumergirse en una observación participante para comprender los significados interactivos de los miembros de una gang[21] (banda).


Otra contribución fundamental es aquella de la etnometodología, en cuyo ámbito se pueden recordar Harold Garfinkel[22] y Aaron V. Cicourel[23] quienes se interesan en el estudio de los procesos relativos a la realidad cotidiana, a los microeventos y, en particular, a los procedimientos concretos de la solución de los problemas. Los etnometodólogos, diversamente a los interaccionistas simbólicos, no dan por descontado la existencia de un significado sino que miran el proceso a través del cual éste es atribuido a la experiencia.


Una solución combinada, que une interaccionismo simbólico y etnometodología, ha sido recientemente propuesta por Jaber F. Gubrium[24] y definida como etnografía práctica; ésta apunta a la producción de significado en el interior del contexto social. En otros términos, el significado no es considerado algo estático sino dinámicamente cambiante en la comunicación cotidiana.


Ciertamente precedente a estos desarrollos se encuentra la corriente fenomenológica, que desde Husserl llega a Alfred Schutz[25]dando espacio a una lectura intencional de la acción social, como resultado de una intersubjetividad de carácter simbólico.


Todavía más remoto es el origen de la sociología propuesta por Max Weber[26] que apunta a la comprensión (verstehende Soziologie) opuesta al positivismo y orientada hacia el conocimiento del significado de la acción del individuo social (de esta concepción sociológica parte el fundamental aporte de la teoría de la acción social). Es oportuno señalar que la sociología weberiana es sustancialmente cualitativa.


También la hermenéutica ha ofrecido amplias puntas de aplicación sobre el terreno de la sociología cualitativa. Ha sido sobre todo Paul Ricoeur quien constituye un modelo constante, gracias a sus trabajos sobre el tiempo y sobre la narración[27]. La posición de los sociólogos hermenéuticos apunta más a la comprensión que a la explicación, con generalizaciones – si son necesarias – apenas indicadas; porque para algunos estudiosos se trata de procedimientos ilusorios ya que, según esta concepción, no existiría una ciencia general sino sólo a partir de lo particular, en el ámbito idiográfico.


Quienes recientemente han puesto orden metodológico a la sociología del cualitativismo han sido Barney Glaser y Anselm Strauss con la formulación de la grounded theory[28], cuya base es el descubrimiento de la teoría a través del análisis de los datos. De este modo, la teoría no precede a la investigación sino que surge, gracias a la observación y al análisis de los significados de la acción social. La dimensión teórica nace del mismo campo (ground) de investigación.


Particularmente prometedora, como análisis de los datos, se muestra la perspectiva de la conversation analysis que cuenta con numerosas versiones pero todas dirigidas a comprender los procedimientos comunicativos entre los actores sociales. Luego del primer impulso dado por Sachs[29] otros estudiosos han pensado en seguir la misma dirección, individualizando el rol central del análisis de las conversaciones como instrumento de investigación para la interpretación de los fenómenos sociales e institucionales[30].


Mas allá del interés por la tradición de los case studies (estudios de casos) y por los métodos de field research (investigaciones de campo), es sobre todo el enfoque biográfico basado sobre las life histories (historias de vida) para la recolección de los datos, el que ha conocido, en las dos últimas décadas, un excepcional desarrollo teórico y empírico. Parecería que se quisiera recuperar rápidamente el gap (intervalo) respecto a los estudios cuantitativos, que en modo indiscutido habían representado por largo tiempo casi la única solución metodológica utilizable. Norman Denzin en los Estados Unidos[31] y Daniel Bertaux en Europa[32] son los mayores protagonistas de la revalorización de los estudios de carácter biográfico. La cantidad de variaciones terminológicas y procesales testimonia una riqueza de experiencias originales y permite prever desarrollos prometedores. Éste es, quizás, el sector en donde la confrontación interdisciplinar es más eficaz y fecunda, con la participación de historiadores, antropólogos, etnólogos, psicólogos sociales y psicoanalistas. La afirmación de las historias de vida como metodología cualitativa[33] – y no sólo como mera técnica de investigación – parece ser hoy un dato adquirido.


De la metasociología al metatheorizing


Frente a una gran parte de la sociología dedicada a los aspectos cualitativos, y aún admitiendo que existen algunos desniveles en el rigor y la plausibilidad científica, parece reductivo seguir sosteniendo que “es necesario tener presente los límites de presuntas técnicas ‘alternativas’ (como la recolección de historias de vida o la documentación etnometodológica efectuada con la filmadora), que pueden ofrecer valiosos datos a nivel intuitivo en la fase del descubrimiento, y ocasiones de profundizaciones específicas de situaciones ya incluidas en un marco teórico explicativo, pero que al mismo tiempo ofrecen al investigador escasas o nulas posibilidades de generalización e inferencias”[34]. La propuesta de refinamiento de una metodología específica no puede ser tomada por antimetodología, al contrario, ésta quiere ser una ulterior contribución a la disciplina sociológica para ampliar los horizontes teóricos, los terrenos de implementación y las posibilidades heurísticas.


Este intento entra plenamente en el debate contemporáneo sobre la teoría y la metodología sociológica. Lo prueba la propuesta de metateorizar (metatheorizing) que, si bien todavía se encuentra en vías de definición y de organización, deja entrever recorridos atrayentes y terrenos fértiles.


Por metateorizar se entiende “el estudio sistemático de la estructura básica de la teoría sociológica”[35]. Este estudio puede ser realizado en diversas direcciones, por ejemplo respecto a la relación en sociología entre lo micro y lo macro – sobre lo cual se puede leer un apasionante y complejo debate en el fundamental trabajo de Alexander, Giesen, Munch y Smelser[36].


El texto que quizás mejor ha anticipado y analizado explícitamente estos temas es The scope and method of sociologyA Metasociological treatise de P. H. Furfey[37] en dónde se llega a sostener que la metasociología es “una ciencia auxiliar que ofrece los principios metodológicos presupuestos por la sociología”[38]. Esta afirmación no es fácilmente compartida por la mayoría de los sociológos. En efecto, George Ritzer insiste en que la sociología es más bien un objeto de estudio de la metasociología y del metateorizar y que éstos dos últimos son una parte de la misma sociología. Ciertamente es difícil pensar en algo que es al mismo tiempo objeto de estudio y ámbito general respecto a una sub-área como es la metasociología en general o el metateorizar en particular. Por otro lado, ¿no existe además una sociología de la sociología?


Es evidente que la metasociología y el metateorizar se colocan en un nivel diferente respecto a aquella que hemos definido metametodología y que representa la base común de todas las ciencias. En este sentido se verifica una mayor afinidad con la problemática metodológica en su totalidad, sea ésta cualitativa o cuantitativa. Y a tal propósito, antes de seguir adelante y para evitar sucesivos malentendidos, es correcto precisar – una vez más – que la metodología cualitativa no excluye la cuantitativa y viceversa. Esto significa que no existen exclusiones recíprocas y que las dos perspectivas gozan de una propia autonomía científica, por lo que cada una no es presuntamente alternativa ni sumisa a la otra. En otras palabras, la investigación de los aspectos cuantitativos tiene un estatuto en vía de redefinición y de perfeccionamiento aún siendo autosuficiente.


Son justamente las exploraciones del metatheorizing en campo sociológico las que parecen confirmar y legitimar con fuerza este resultado. En efecto, al observar atentamente los aspectos metateoréticos se llega a conclusiones que no están relacionadas con nuestros postulados. Así es el caso de la discusión sobre lo micro y lo macro (que comprende también aquella sobre calidad y cantidad). Eisenstadt y Helle por un lado consideran superado este contraste[39] y por el otro Munch y Smelser sostienen que están errados quienes asignan una mayor importancia a uno u otro enfoque, debido a que de hecho existen “interacciones reciprocas” entre los dos niveles[40].


Otro punto de particular importancia es el desarrollo paralelo del metanálisis de los datos y de los metamétodos, realizado conjuntamente con el difundirse del metateorizar delineado por Ritzer. El metanálisis de los datos tiende a estudiar los resultados de las investigaciones en vista de una síntesis científica (este podría ser el caso de una misma problemática observada a través de dos – o más – específicas intervenciones empíricas, por ejemplo con el uso de cuestionarios y de historias de vida). El mismo objetivo de síntesis es perseguido por el enfoque llamado ‘metamétodos’, que estudia varios métodos sociológicos para encontrar puntos de convergencia y “estilos” en común[41]. Otros estudiosos, en cambio, piensan explícitamente en sintetizar estudios cualitativos[42] o en ofrecer bases cualitativas para las investigaciones cuantitativas[43].


Por el momento, en realidad nos encontramos en una fase de intentos, de primeros enfoques y en consecuencia, de pequeños resultados. No faltan fuertes críticas, a las que se trata de responder con nuevas propuestas post-positivistas de conocimiento acumulativo para eliminar los inconvenientes de los métodos sociológicos implantados en las viejas propuestas teórico-empíricas. Aún así no se deben olvidar las dificultades de una acumulación que es obstaculizada por los problemas de comunicación entre los estudiosos de las diversas orientaciones. Tal vez una salida posible sea la estandarización de los conceptos, objetivo ya alcanzado por otras ciencias (en particular por la estadística).


Una propuesta de base


Mientras tanto algún objetivo intermedio ha sido alcanzado, al menos en un nivel básico:


a)             la investigación cualitativa tiene el carácter de un enfoque microsociológico pero no por esto es menos digna de interés científico;


b)             la sociología cualitativa puede construir una base de partida para las investigaciones cuantitativas;


c)             es posible combinar una metodología cualitativa y una metodología cuantitativa;


d)            la sociología cuantitativa puede construir una base de partida para las investigaciones cualitativas;


e)             cada metodología, cualitativa o cuantitativa, puede ser también autosuficiente;


f)              la convergencia entre cualitativo y cuantitativo puede ser investigada en un nivel más general de la metametodología, metatheorizing, metamétodos, metaciencia;


g)             el contraste forzado entre sociología cualitativa y sociología cuantitativa no tiene ninguna motivación racional, fundamentada, ni útil.


Sobre este programa inicial de intentos e intereses es posible construir confrontaciones, intercambios, pruebas, verificaciones, experiencias y soluciones.


Un testimonio clarificador al respecto se puede encontrar en una experiencia de investigación concreta sobre la cual escribe Alessandro Cavalli en la presentación de una investigación sobre mujeres jóvenes: “En tanto sentíamos un cierto grado de insatisfacción con respecto a los instrumentos metodológicos que habíamos adoptado. Para los jóvenes de sexo masculino habíamos recogido un gran número de entrevistas (alrededor de 200) sobre la base de un esquema articulado, que habíamos luego implementado usando una grilla, en un procedimiento de análisis de contenido con intentos originalmente cuantitativos. En el curso de la investigación nos habíamos desplazado siempre más hacia un análisis de tipo hermenéutico-cualitativo. En la investigación sobre las chicas habíamos iniciado con un número menor de entrevistas (alrededor de 100) y con intentos decididamente “cualitativos”. El recorrido de esta investigación, más adelante, se entrelazaba con el de otra investigación que el mismo grupo estaba realizando sobre las orientaciones culturales hacia el trabajo de los jóvenes, investigación que se realizaba junto con otros grupos de investigación análogos en las Universidades de Bremen y de Louvain-la-Neuve. En esta última investigación habíamos comenzado a aprehender y a utilizar las más sofisticadas técnicas de “hermenéutica colectiva” de textos narrativos trabajados por Ulrich Oevermann y por su escuela. Esta experiencia tiene sin duda interferencias (que creemos positivas) con nuestro análisis sobre el tiempo de las chicas. Estoy seguro que si hoy tuviéramos que iniciar la misma investigación nos concentraríamos sobre un número mucho menor de casos a analizar en profundidad”[44].


De este modo es posible transitar de una a otra metodología sin que el producto final sufra consecuencias no deseadas, apuntando al mismo tiempo a mejorar los propios conocimientos teórico-empíricos y “navegando” entre los diferentes métodos.


La solución propuesta por Ultrich Oevermann[45] se ubica correctamente dentro de un enfoque, el hermenéutico, presente desde hace tiempo en la sociología cualitativa.


Análisis cualitativo computer-asistido y análisis textual


Tienen una matriz diversa el nacimiento y la difusión de una nueva serie de estudios e instrumentos originados en el cuadro típicamente cuantitativo, relacionado esencialmente con el mundo de la informática. En efecto, en estos últimos años luego del amplio uso de software dedicado a las aplicaciones estadísticas para las ciencias sociales (y en particular el conocido SPSS) se están afirmando nuevas propuestas de análisis cualitativo de los datos con la ayuda de programas especializados que van mas allá de la simple cuenta de las frecuencias. La continua actualización, la aparición de nuevos releases (actualizaciones) prueba ampliamente el éxito de estos productos, los cuales son necesarios para aliviar el trabajo arduo y repetitivo del análisis cualitativo con procedimientos de investigación generalmente amplios y de difícil gestión.


No todos los problemas han sido resueltos ni lo serán en el futuro debido a que siempre es el investigador quien debe resolver las cuestiones de verificación e interpretación de los datos. Sin embargo, luego de algunos años de estancamiento, la situación actual dispone de herramientas útiles para la fase posterior a la recolección de los documentos de investigación (documentos personales, biografías, historias de vida, entrevistas focalizadas, cartas, cuestionarios con respuestas libres, etc.). Se responde así una exigencia ya manifestada en los años ’60[46]. Por otro lado, son también numerosas las publicaciones sobre este tema[47].


En el campo del análisis textual y del análisis de contenido son numerosos los aportes innovativos respecto al viejo General Inquirer, de los años ’60. Siempre en el ámbito del software se pueden citar el DBT (Data Base Testuale), propuesto por Eugenio Picchi del Instituto de Lingüística Computacional de Pisa – Italia – y sobre todo el SPAD-T (Système Portable pour l’Analyse des Données Textuelles) creado en Francia en virtud de las exigencias que derivan de la catalogación de respuestas a preguntas abiertas[48].


En lo que concierne a las publicaciones de carácter teórico sobre el análisis del contenido hay que señalar el trabajo constante de Rodolphe Ghiglione, director del Grupo de Investigación sobre la Palabra[49] de París y sostenedor del APD (Analyse Propositionnelle du Discours). Por lo que se pueden localizar numerosas propuestas son localizables en este sector de la sociología cualitativa[50].


La cuestión científica


En los cinco milenios de actividad científica, más o menos rigurosa, que nos han llevado desde la rueda a la calculadora, se han afirmado y han sido reconocidas numerosas ciencias: la medicina, la astronomía, la matemática, la física, la biología, la química, la electrónica. Sin embargo, no es fácil ver a la sociología considerada en la última fase, aún cuando ésta tiene como base el método científico experimental, más allá de ser aplicado a un universo diferente: el de la sociedad humana. Tal diversidad ha creado no pocas dificultades y sobre todo la necesidad de unir el estudio de la sociedad con aquel de la naturaleza. Thomas y Znaniecki en su “Nota metodológica” sobre El campesino polaco parecen muy preocupados por el enfrentamiento con las ciencias de la naturaleza; tal situación los condiciona fuertemente: “los maravillosos resultados obtenidos mediante una técnica racional en la esfera de la realidad material nos invitan a aplicar procedimientos análogos a la realidad social… Nuestra real ineficiencia en este campo no se debe a una limitación esencial de nuestra razón, sino simplemente al hecho histórico que la actitud objetiva hacia la realidad social es una adquisición reciente”[51].


Puede decirse que una situación bastante parecida sucede a la metodología cualitativa con relación a la cuantitativa. Esta última ha producido ya desde hace tiempo resultados – considerados plausibles – que la primera en cambio está todavía persiguiendo, descontando además un retraso y una diversidad incrementados en el curso de al menos cinco décadas, por motivos históricamente aceptables y geográficamente utilizables[52].


Quizás haya pesado también un cierto labeling (etiquetación) que ha considerado a la sociología cuantitativa como objetiva y la cualitativa como subjetiva, descuidando la centralidad del dato experimental que las une y que (realizados conjuntamente algunos criterios procesales) hace aceptable científicamente los resultados de una y de la otra. Además la cuestión no es nueva y ha sido afrontada en los orígines del método experimental por Galileo Galilei que, hablando de cualidad primaria y secundaria, discutía principalmente sobre la coherencia y la rigurosidad del método, colocando en el plano de la ciencia las bases de una investigación, para alcanzar las mejores interpretaciones y resultados[53]. Es útil precisar que aun viendo en la realidad una estructura de tipo matemático, Galilei no se limitaba al rigor de los números para sostener una teoría sino que realizaba también el control experimental. Es de este modo que ha demostrado la falta de fundamento de muchas certezas.


Existe hoy la toma de posición de Karl Popper que niega la verificabilidad de las teorías en cuanto las experiencias son siempre limitadas y no colman todas las posibilidades. Al máximo se puede llegar a considerar una cierta teoría momentáneamente válida a la espera de una posible falsificación. En consecuencia, el procedimiento se realiza en base a pruebas y errores[54], por lo que la ciencia independientemente del carácter de sus métodos (micro o macro, cualitativos o cuantitativos) no es siempre infalible.[55] Sin embargo no es necesario que una teoría que hoy es falsificada permanezca tal en el futuro. Y tampoco es verdad que algunas teorías tengan que permanecer falsas porque por su naturaleza no logran verificar los datos.


En este sentido, Feyerabend propone una solución drástica que anula toda cientificidad metodológica debido a que considera inconsistente toda pretensión de garantizar el nivel científico de una investigación solamente en base al procedimiento utilizado. Por lo tanto, según esta línea de principio, la complejidad de lo real no podría ser explicada por ninguna teoría y existiría un pleno anarquismo metodológico, sin reglas y sin orientaciones operativas.[56]


El método del anarquismo absoluto no parece ser la mejor solución para superar las turbulencias de la problemática metodológica. Una salida posible quizás se logre mediante la investigación y la definición de una base común (la metametodología) en grado de ofrecer pocos pero imprescindibles cánones de referencia, compartidos al inicio por varias ciencias y luego utilizados según los propios caracteres, típicos de la historia de cada disciplina (por ende en el caso de la sociología se pasaría a la distinción-sinergía entre metodología cualitativa y cuantitativa).


Aún así esta propuesta sintética – dadas las actuales condiciones de parcialización caótica del conocimiento sociológico – se presenta como utópica y crea problemas si se la confronta con lo que se está discutiendo en las ciencias y en las tecnologías cognitivas (CTC), con una conexión constante entre informática, neurobiología, inteligencia artificial, lingüística y epistemología[57]. La fase cibernética inicial (desde el 1940 al 1956) de las CTC ha visto el surgimiento de nuevas atracciones: la utilización de la lógica matemática para explicar el funcionamiento de la razón humana, el advenimiento de la teoría de los sistemas como metadisciplina capaz de ofrecer principios generales para cada ámbito complejo (de la sociedad a la economía), y del desarrollo de la teoría de la información como estudio estadístico sobre la señal y los canales de comunicación.


En una primera fase la atención de los estudiosos se concentró en la hipótesis cognitiva fundada sobre los símbolos y en una segunda fase en aquella conexionista.


La cognición es considerada muy afín a una calculadora y en efecto ha sido definida como computación (tratamiento mediante calculadora) de las representaciones simbólicas, es decir, de los elementos que representan aquello a lo que corresponden. En particular, la cognición presupone una representación de los elementos de una situación. Y la hipótesis cognitiva considera la calculadora como un modelo para entender el funcionamiento del pensamiento humano, realizada mediante un cálculo de los elementos simbólicos a partir de ciertas reglas. La inteligencia artificial es el producto principal del cognitivismo, que considera el cerebro humano como un dispositivo de tratamiento de las informaciones capaz de reaccionar en modo selectivo a las solicitudes ambientales. Sin embargo, en este sentido, los estudios más avanzados versan sobre las redes neurales (neural nets) conexionistas.


En efecto el cognitivismo presupone aplicar una secuencia de reglas, pero es necesario tener presente que en situaciones complejas las operaciones en secuencia no son más gestibles debido a su numerosidad. Al mismo tiempo una mínima défaillance (falla) de una parte de los símbolos o de las reglas en secuencias puede minar todo el proceso.


Surge por esto la estrategia del conexionismo fundado sobre las neuronas, es decir sobre los elementos simples con propiedad que se manifiestan cuando se produce una conexión entre las mismas neuronas y que se activan al mismo tiempo que refuerzan su relación. De este modo se verifica que una acción tiene lugar cuando se produce la conexión de las neuronas. De aquí el origen el término conexionismo[58].


Sin entrar ulteriormente en los detalles, es suficiente citar la conclusión a la que llega Varela: “si la clave de la cognición es la facultad de hacer emerger el significado, es porque la información no es una prestación como un orden intrínseco, sino que corresponde a la regularidad emergente de las mismas actividades cognitivas”[59]. Regresamos así a la centralidad del significado, que se pretende hacer emerger (hervobringen) según una modalidad que tiene origen en la perspectiva fenomenológica.


La objeción de fondo que se puede hacer a esta intensa y ardua línea de pensamiento es la de haber realizado una elección casi unánime en dirección de la investigación neurofisiológica. Por este motivo, Varela se autocoloca sobre el lado de las neurociencias[60].


En este sentido parece ser también justificada la crítica realizada a Searle de “neuralización” como “intento mal dirigido de imitar a las ciencias físicas. “[61].


En definitiva una vez más el círculo se cierra y se asoma la vieja discusión entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del hombre.


Complementariedad versus negación recíproca


A propósito de Znaniecki y de uno de sus últimos libros[62] se ha observado oportunamente que el autor “utiliza los conceptos de acción y de acción social para evaluar críticamente mucha de la literatura científica social y de otro tipo – inclusive las investigaciones cuantitativas, los varios tipos de cuestionarios y los experimentos psicológicos de laboratorio – demostrando que, si bien son diferentes, no lo son del todo respecto a las acciones cotidianas del mundo social”[63].


Existe así un complemento recíproco entre acción, acción social y acción cotidiana. Lo mismo puede decirse sobre el plano del orden procesal del análisis científico: si la observación preliminar (o la investigación de fondo), la formulación de las hipótesis, la verificación y la experimentación empírica y por último la interpretación-explicación de los resultados representan la secuencia lógica y usual de cada proceso de análisis de los fenómenos sociales, también la experiencia concreta de la investigación puede agregar alguna inversión en la secuencia cronológica de las diversas fases, sin que por esto sea menor la credibilidad de los resultados obtenidos. Esta es la prueba de cuánto se ha logrado hacer en el campo de la microsociología, donde el término micro es apenas accidental si se considera toda una serie de detalles pequeños, de situaciones particulares, de indicios mínimos que, juntos con otros datos recolectados, caracterizan los procedimientos de la investigación.


Aún en términos estrechamente cuantitativos no siempre la microsociología (o la sociología cualitativa) se encuentra en una condición de inferioridad. Por otro lado ya ha sido aclarado la paridad científica de las dos metodologías, la misma dificultad analítica y la misma complejidad procesal, que une en vez de dividir las dos perspectivas, ya no contrapuestas sino en un lazo (linkage) al que se hace referencia constantemente.[64]


También es éste, en parte, el sentido de una metodología “integrada”, aquella seguida por Costantino Cipolla, quien delinea una teoría del conocimiento “conjuntiva” del sujeto y del objeto y fundada sobre “diferentes niveles heurísticos”[65]. Sin embargo, esto no significa negar la dificultad objetiva, como en el caso de la investigación biográfica que “si bien posee una larga tradición en la historia de la sociología, tiene quizás un estatuto metodológico menos consolidado… en lo que se refiere, sobre todo, a su autosuficiencia y a su legitimación autónoma hacia la verdad”.


Tal debilidad de naturaleza histórica sirve para formular críticas a algunos estudiosos no propensos a reconocer la validez del enfoque biográfico.


Un conjunto de puntos emergentes – algunas veces pertinentes, otras casi irónicos – son presentados por Franco Leonardi[66], que habla de la fragilidad de la estrategia del análisis cualitativo y que – apropiado al menos en este caso – critica el texto de Schwartz y Jacobs sobre la sociología cualitativa[67] que en realidad no es el mejor texto disponible en el mercado internacional y que quizás también un fracaso como elección editorial.


Más calibrada y conducida hacia temáticas estrechamente epistemológicas parece ser en cambio la propuesta de Gianni Statera[68] que, superado el primer momento de reacción inmediata a la nouvelle vague antimetodológica, se mueve con gran cautela en el terreno minado de teorías, defendiendo el modelo de Dewey-Lazarsfeld como “la expresión más sintética de la ratio (razón- razionalizzación) propia de la investigación científica” debido a su capacidad de reducir la complejidad. Pero lo que más importa es – según su opinión – el mantenimiento de una lógica de investigación y de sus reglas. Statera rechaza los formalismos demasiados rígidos pero también el anarquismo metodológico de Feyerabend, y defiende los “conceptos, preposiciones y observaciones” que son los que constituyen la base de las teorías científicas.


En esta oportunidad la polémica anti-cualitativa ha quedado en un segundo plano. Y es justamente en el terreno de la exigencia de criterios que es posible el encuentro entre enfoques diferentes.


La diversidad concierne a las técnicas y a su desarrollo, los contenidos de la representatividad, la difusión de las metodologías, la tensión ideológica de fondo y la duración misma del análisis. Pero tal diversidad no puede resolverse en la presunta superioridad de una opción respecto a otra. La diversidad es al mismo tiempo riqueza de propuestas, sin que se deban abandonar algunos criterios irrenunciables.


Para ejemplificar, en el caso de la representatividad, hay que considerar que no existe sólo aquella de tipo estrechamente estadístico que reproduce en la muestra los caracteres numéricos del universo considerado, sino también aquella de tipo temático, que retoma los aspectos cruciales de un fenómeno, a través de la experiencia peculiar de algunos sujetos, los cuales expresan ordenamientos y comportamientos que pertenecen también a las más amplias categorías de personas. Por esta razón es posible, en el ámbito de la sociología cualitativa, la experimentación de una representatividad que sea al mismo tiempo temática y categorial, es decir, relacionada a problemas específicos y a grupos sociales definidos, aun sin la pretensión de realizar generalizaciones indebidas.


Se trata de una representatividad que no procede casualmente, sino que responde a una amplia característica numérica, solo como garantía que apunta a evitar la predeterminación de las elecciones por parte del investigador, llevando más o menos inconscientemente a interactuar con sujetos símiles a las propias características socio-ambientales y a las propias preferencias ideológicas y comportamentales.


De este modo se trata de crear un lazo creíble y válido entre lo micro (sujeto) y lo macro (la sociedad), captando – entre otras cosas – en la cultura (conjunto de valores, actitudes y comportamientos), el término del pasaje de la dimensión individual a la social y viceversa.


No es éste ciertamente el único punto de convergencia posible; se pueden encontrar otros pero es necesario superar antes algunas posiciones preconstituidas y no considerar algunas propuestas “alternativas” sólo como ataques “anti”. Las instancias de los comportamentistas, de los interaccionistas simbólicos, de los fenomenólogos, de los individualistas y de los pluralistas metodológicos tienen en efecto una propia plausibilidad de fondo; si algo falta, son los procedimientos verificados y funcionales, las investigaciones completas y los resultados apreciables. Dicho de otro modo, la teorización prevalece sobre la experimentación empírica, especialmente en el campo sociológico, mientras en otros ámbitos disciplinarios se constata que, por ejemplo, el psicoanálisis, la psicohistoria y la etno-historia han alcanzado niveles metodológicos tal vez mejor calibrados y verificados respecto a los de la sociología cualitativa.


La medición entre subjetividad y objetividad


El procedimiento de la medición es un elemento cardinal de cada operación científica. Frecuentemente se conoce sólo el producto final expresado en números y sobre todo, en porcentajes, pero es mucho más difícil entrar en el detalle de los varios pasos que han llevado los datos a conclusiones sintéticas.


En la historia de la ciencia no han sido siempre realizadas acciones meticulosas de verificación directa de step by step, es decir paso por paso, de las investigaciones realizadas por otros estudiosos. Cuando se lo ha hecho, nos hemos encontrado frente a sorpresas singulares. Algún ejemplo nos lo proporciona Stephen Jay Gould[69] que pone en evidencia el rol de los prejuicios personales y de las expectativas de matriz cultural, con relación a estudios científicos en los cuales la subjetividad, tal vez en modo no consciente, prevalece sobre la objetividad y sobre la neutralidad. Esto sucede en las ciencias presuntamente menos subjetivas, en las que se considera en general que el rigor es mayor, basado en el peso de los números y de las mediciones meramente cuantitativas.


Son tres las modalidades catalogadas por Gould para la verificación de cuanta subjetividad entra en juego en las investigaciones científicas. La primera, más previsible, es aquella del fraude puro y simple; la segunda es la de la finalidad que orienta la investigación hacia resultados esperados; la tercera concierne a la influencia decisiva de prejuicios invalidantes que impiden el desarrollo correcto y aséptico del enfoque.


Una primera doble conclusión que emerge conduce a dudar de la idea de que la objetividad (si es que ésta existe) corresponda a la verdad y que la subjetividad implique algo falso.


En segundo lugar se debe recordar que los estudiosos, más allá de ser sujetos sociales, están culturalmente condicionados y orientados debido a las experiencias personales, demasiado significativas como para ser completamente canceladas.


Last but not least (por último, aunque no menos importante), es necesario señalar que “los elementos subjetivos no siempre conducen la ciencia hacia el error, sino que pueden sugerir enfoques útiles y superar los antiguos modos de pensar”[70]. La conocida distinción entre contexto de justificación (cómo establecer si un argumento es verdadero o falso) y contexto de descubrimiento (cómo se desarrolla una argumentación) ha sido retomada por Gould para recordar que algunas grandes teorías consideradas sucesivamente válidas han surgido en modo del todo subjetivo, mientras otras luego consideradas falaces han surgido como consecuencia de experimentos atentos y rigurosos, pero acompañados por una interpretación desviante de los datos.


La sugerencia es entonces rechazar tanto el mito inductivista (según el cual a partir del análisis de los hechos surge la teoría) como el mito relativista (en base al cual los científicos tienen una visión personal por lo que el descubrimiento de la verdad es imposible y en consecuencia todo es relativo). En definitiva, la dimensión subjetiva puede ser útil o dañina: es necesario distinguir entre lo que conduce al mejor conocimiento posible y lo que desvía el recorrido siguiendo prejuicios subjetivos.


Tanto en el campo cuantitativo como en el cualitativo el problema es reconocer y corregir los usos desviantes de las metodologías y de sus respectivas técnicas. Así, en el caso del fraude, debe ser descubierto el invento consciente de los datos; en el caso de la finalización, debe ser señalada la manipulación inconsciente de los resultados orientados hacia éxitos preestablecidos y, por último, en el caso de los prejuicios invalidantes, se debe llamar la atención (aún frente a los datos recolectados en forma correcta) sobre la interpretación que es dirigida a satisfacer las expectativas subjetivas del investigador.


Los ejemplos ofrecidos por Gould se refieren a algunos aspectos de la ciencia recubiertos de invulnerabilidad: el número de la medición. Sería interesante e instructivo volver a recorrer todas las fases de construcción de las falsas teorías analizadas por Gould, para captar mejor el sentido de su contribución. Es suficiente, al menos, citar alguna de sus conclusiones.


Antes de todo “la ciencia nunca puede ser separada de los elementos subjetivos”, además “los elementos subjetivos (parte del contexto del descubrimiento) pueden conducir a conclusiones correctas (contexto de la justificación)”[71]. Las desviaciones subjetivas pueden ser individualizadas en el origen y corregidas en el nivel de los resultados y las interpretaciones.


Este tipo de intervención tiene un evidente carácter deontológico, con alguna utilidad para disolver la complejidad del mundo social. Para este propósito, es justamente la meticulosidad metodológica la que logra ofrecer un soporte vital, decisivo.


Las convergencias potenciales


Las metodologías y los instrumentos de análisis cualitativo deben ser perfeccionados constantemente[72], en particular a partir de un compromiso renovado a favor de la sociología cualitativa, luego de un largo período en donde “el camino corto y rápido del cuantitativismo” había celebrado su “victoria del método”[73].


Hoy se habla de una verdadera “triangulación” en el análisis para verificar los resultados obtenidos mediante metodologías diferentes, para controlar los distintos datos resultantes de un mismo enfoque metodológico, para examinar los resultados por un grupo diferenciado de analistas y para considerar los datos según perspectivas teóricas múltiples[74].


En este sentido, se ha observado que “no existe a priori alguna razón para oponer los métodos cualitativos a los métodos cuantitativos”[75]. Y existen ejemplos concretos de convergencia entre las dos metodologías[76] que en términos kuhnianos pueden ser considerados como dos paradigmas diversos[77]. Sin embargo es útil evitar ulteriores confusiones conceptuales, si bien no faltan en las dos metodologías algunos aspectos típicos que orientan la elección del objeto de investigación, la modalidad de investigación y la interpretación de los resultados, como sucede en el caso de los paradigmas (o de los pre-paradigmas que aspiran a convertirse en paradigmas).


Los que reflexionan en modo perjudicial sobre el problema de lo cuantitativo y de lo cualitativo tratan concretamente de superar los obstáculos que provienen de algunas preocupaciones típicas de una u otra metodología y sugieren nuevas soluciones, nuevos recorridos, más allá de la lógica tradicional de la investigación sociológica. Por lo tanto, la secuencia habitual (teoría, hipótesis, recolección de los datos, análisis de los datos, resultados) puede algunas veces no puede ser aplicada rigidamente. Lo mismo puede decirse sobre el esquema de Lazarsfeld sobre la medición de los conceptos y la construcción de las variables (en cuatro etapas: momento imaginativo-teórico, especificación del concepto en varias dimensiones, selección de los indicadores, formación de los índices).


En esta óptica, se ve claramente que no es más una cuestión de meros instrumentos técnicos dirigidos a colocar juntos los datos, sino que existe una base mucho más amplia, que presupone elecciones epistemológicas precisas y opciones definidas. Una preferencia decisiva en el campo cualitativo es aquella relativa a la ausencia (o flexibilidad) de una estructura teórica predeterminada, dejando el campo abierto a varias soluciones que sólo la investigación empírica tendrá modo de sugerir. Otra alternativa, como ha propuesto Blumer[78], es usar conceptos sensibilizantes (sensitizing concepts), que orienten pero no condicionen la investigación. Así será más fácil acercarse al “punto de vista del actor”.


Tal acercamiento en términos de inducción analítica (analytic induction) ya había sido propuesto por Znaniecki en 1934[79] y retomado por Robinson en 1951[80]. Éste prevé una primera definición general del problema, una explicación hipotética, un examen de casos para establecer la base de la hipótesis formulada, una reformulación de la hipótesis o una redefinición del problema en caso de una no-verificación continuando hasta no encontrar más casos invalidantes de la hipótesis.


El procedimiento parte siempre de una visión epistemológica sustancialmente compartida y es avalado por técnicas peculiares, distinguiendolo entre los dos tipos ideales (cuantitativo y cualitativo), según el esquema ilustrativo propuesto por Bryman[81]:



 


Metodología

cuantitativa


Metodología

cualitativa

 


Función de la investigación


preparatoria;


instrumento de exploración de las interpretaciones ofrecidas por el actor.

 


Relación entre investigador y sujeto:


distante;


cercana.

 

 


Posición del investigador respecto al sujeto:

 


externa;


interna.


Relación entre teoría/conceptos e investigación:

 


verificación;


surgimiento de los datos.


Estrategia de la investigación:

 


Estructurada;


no estructurada.


Objetivo de los resultados:

 


nomotético;


idiográfico.


Imagen de la realidad social


estática y externa respecto al actor;


procesal y construída socialmente por el actor.

 


Naturaleza de los datos:


fuerte, válida


rica, profunda.


 


 


 


Este cuadro evidencia los caracteres específicos de los dos enfoques y subraya los puntos de mayor fricción: la representatividad y la generalidad. En consecuencia aparecen además evidentes tanto las virtudes como los defectos de cada una de las dos perspectivas. En este sentido la solución-doble es siempre más adecuada para superar las carencias propias de cada uno de estos modos de análisis.


Bryman habla explícitamente de una combinación de metodologías para superar las distinciones entre investigación cuantitativa y cualitativa[82]. Se evitarían así varios ataques por parte de los fervientes opositores de uno y otro frente. Y se dejaría de lado ciertos énfasis de más que caracterizan el enfrentamiento entre la llamada Escuela de Chicago, más cualitativista, y los exponentes de la Columbia Universtiy, más cuantitativista[83].


Esta propuesta que combina los dos enfoques retoma también la idea de la triangulación, ya presente en Denzin[84] y en Patton, para hipotetizar la contribución de estudios, perspectivas, fuentes, metodologías y técnicas múltiples. Por lo tanto, “la investigación cuantitativa y la cualitativa pueden ser percibidas como diferentes vías para examinar el mismo problema de investigación. Mediante la combinación de las dos, las pretensiones de validez del investigador para sus propias conclusiones se refuerzan, demostrando así que éstas ofrecen una recíproca confirmación”[85]. Por lo que, contrariamente a cuanto es considerado generalmente, la investigación cualitativa favorecería aquella cuantitativa y viceversa. Lo que no sólo es una buena intensión sino que ha alcanzado diversas verificaciones empíricas[86].


La espistemología cualitativa y la epistemología cuantitativa no son incompatibles. En muchas investigaciones han sido usadas ambas metodologías. Un ejemplo es el proyecto ORACLE (Observation Research and Classroom Learning Evaluation), de corte cuantitativista y con notables contribuciones cualitativas[87].


Las utilidades de la investigación cualitativa para la investigación cuantitativa son numerosas y de notable ventaja: tanto cuando se deben construir las hipótesis o cuando se quiere conocer el contexto de investigación; como cuando se quiere conducir la investigación de fondo, o se piensa en construir escalas o índices; cuando se trabaja con un enfoque multimétodo o cuando se deben individualizar los indicadores relativos a una tipología de actitudes y comportamientos.


Sin embargo, concluye Bryman[88], el camino a recorrer para alcanzar la completa equiparación es todavía vasto, pero la sociología cualitativa ya no es más una “cenicienta”.


Epistemología, metodología y praxis de investigación


Thomas P. Wilson es uno de los pocos investigadores extranjeros, sostenedor de un encuentro entre lo cualitativo y lo cuantitativo, que ha encontrado eco en Italia. El estudioso enfrenta la cuestión a ragion veduta, es decir ya verificada y con gran prudencia: “cuando se trata de opciones en la práctica de la investigación, el investigador de hecho tiende a dar por descontado la recíproca dependencia entre métodos cuantitativos y métodos cualitativos”[89]. Wilson considera el enfrentamiento de las dos metodologías “privada de fundamentos reales”. El autor es aún más explícito sobre el plano meramente metodológico: “debemos abandonar cuatro asuntos centrales que están a la base de la discusión metodológica formal en las ciencias sociales: la utilidad de la dicotomía nomotético/idiográfica; la idea que los problemas metodológicos en el enfoque cualitativo y en aquel cuantitativo son fundamentalmente diversos; la idea que estos dos enfoques representan una alternativa real entre sí y la idea que la objetividad es propiedad del conocimiento derivada del seguimiento fiel de específicas reglas en los procedimientos”[90].


La conclusión que emerge es que no existe alguna supremacía de un enfoque sobre el otro. Ambos son complementarios y no alternativos.


La posición de Leonardo Cannavò es problemática e históricamente más atenta: “la reconstrucción racional de la disciplina que cada historia de la sociología efectúa parece no lograr escapar a esta contradicción de fondo, es decir, a la difícil congruencia entre una teoría social (permanentemente europea, donde el programa weberiano es el que prevalece), y una investigación social (permanentemente norteamericana, orientada en cambio a modelos pragmáticos y positivistas). En el primer caso, se ha consolidado una orientación dualista que contrapone netamente cantidad y calidad, configurando las ciencias sociales como eminentemente interpretativas de fenómenos y procesos cualitativos que nunca son idénticos a sí mismos. En el segundo caso existe una orientación monista que limita el análisis cualitativo a la fase explorativa en el primer contacto en la investigación sociológica, orientada al conocimiento que analiza (y mide) los fenómenos sociales cuantificables”[91].


Por otro lado se estigmatiza la “nefasta” contraposición entre nomotético e idiográfico, entre cantidad y calidad, entre medición y cualitativismo[92]. Y oportunamente, nos detenemos en la querelle de la medición[93], para concluir luego que “existe un continuum autoreflexivo y reversible, en donde el pasaje de la calidad a la cantidad y viceversa es garantía de investigación inteligente” y que “la integración entre los dos tipos de análisis se hace epistemológicamente inevitable”[94].


Este enfoque lo ha retomado Mario Cardano que comparte la línea de Cannavò y toma de Bryman la “tesis técnica” de convergencia entre las dos metodologías. Sin embargo, Cardano se da cuenta de la imposibilidad de callar “la especificidad y las diferencias que se desplazan entre los dos enfoques, disueltos en la expresión tout va (todo es posible)”[95]. Por este motivo Cardano analiza las raíces epistemológicas que han dado origen a opciones metodológicas diferenciadas y a diversidades modalidades de investigación, acertando que la relación entre epistemología y metodología no es particularmente estrecha (es más, en algunos casos es más bien aleatoria, por lo que no existiría demasiada diferencia entre cualitativo y cuantitativo) y que la división se realiza sobre todo en el campo empírico, en los procedimientos aplicativos.


Cardano muestra que las “recetas” metodológicas no siempre son seguidas a la letra por lo que se verifican varias contaminaciones entre cualitativo y cuantitativo.


Si luego se examina la práctica de investigación, surgen diferencias peculiares tanto en la construcción del dato como en la justificación de las conclusiones. Por otro lado el enfoque cualitativo es caracterizado por la escasa división del trabajo científico, el número reducido de los casos, la larga y directa interacción observador/observado, la lógica inductiva y la abductiva (ésta última según la noción de Peirce, que preveía la construcción de una hipótesis explicativa a partir de un conjunto de datos), la presencia de conceptos sensibilizantes, la flexibilidad de las fases de investigación, la argumentación narrativa. El enfoque cuantitativo en cambio, tiene una notable división del trabajo: un gran número de casos, una interacción más bien breve, una lógica deductiva, una articulación de las etapas de la investigación rígida y una argumentación formal y numérica.


La contribución de la teoría a partir de los datos (Grounded Theory)


Tanto Bryman como Cardano y así también Silvia Gherardi y Barry Turner[96] subrayan la importancia de la contribución ofrecida por Glaser y Strauss con la grounded theory. Teoría que tiene un carácter inductivo en cuanto asume los datos como punto de partida para la teorización, y que – en consecuencia – al contrario de lo que sucede en el ámbito cuantitativo – representa sólo un punto de llegada.


La elección de la teoría definida grounded, es decir, “fundada”, en cuanto ligada al terreno de la investigación y a los datos que de ésta provienen, no comporta en dirección primaria el uso de técnicas específicas (que de todos modos son ilustradas), sino que comporta más bien un “estilo” de investigación que recurre a constantes comparaciones y a desarrollos conceptuales densos, retomando mucho del pragmatismo americano de Dewey[97], Mead[98] y Peirce[99], prestando atención a la dinámica y la acción en situaciones problemáticas.


La misma Escuela de Chicago es el modelo para la práctica empírica de la observación y de las entrevistas intensivas, para captar la interacción social en su desarrollo y el punto de vista de los actores en su expresión. Con tal orientación de fondo no se apunta a cancelar la teoría sino a mejorarla con el soporte de los datos recogidos, que son la base del razonamiento teórico.


Anselm L. Strauss cita como background de su teoría el aporte, entre otros, de Everett C. Hughes[100] e insiste sobre el hecho de que “el estilo de análisis de la grounded theory se basa sobre la premisa según la cual la teoría a varios niveles de generalidad es indispensable para un conocimiento profundo de los fenómenos sociales”[101].


Si bien Glaser y Strauss han trabajado juntos, desde los inicios, en la formulación de la grounded theory[102]en una serie de estudios empíricos aplicativos[103], y en otros trabajos publicados luego separadamente[104] o, como en el caso de Strauss[105], con otros autores. Se trata de una producción amplia, en donde teoría y empiria proceden conjuntamente y favorecen el surgimiento de nuevas interpretaciones junto a nuevas soluciones procesales. Al día de hoy, el texto más actualizado es aquel escrito por Strauss y Corbin (y dedicado a Glaser) sobre los fundamentos de la investigación cualitativa y sobre las modalidades de implementación de la teoría que podemos definir ‘basada en los datos’[106].


En efecto, la grounded theory se basa en los datos; éstos son los fundamentos sobre los que se apoya la formulación teórica y en consecuencia el conocimiento científico. La recolección de los datos es una premisa – y por lo tanto fundamental – a la que hace referencia el razonar teórico para llegar a la importancia de la validez científica y para utilizar una plausibilidad válida de los resultados. Literalmente se debería decir que la teoría es “fundada”, “basada” (grounded), aunque conviene precisar ulteriormente el contenido de tal fundamento, es decir de los datos empíricos. De este modo, puede hablarse de una teoría en base a los datos, que toma en consideración lo que es esencial y fundamental. En forma más sintética, la expresión “en base a los datos” parece representar bien el concepto original de Glasser y Strauss, manteniendo el contenido principal y haciéndolo aun más explícito en el significado con la inclusión de la referencia a los datos.


En su formulación originaria, la teoría en base a los datos prevé una primera inmersión en el campo de la investigación y una primera recolección de los datos con el objetivo de formular algunas categorías iniciales de análisis. Tales categorías se deben mantener hasta que no sean refutadas por los datos. Si continuando luego en la investigación nos damos cuenta que nada de peculiarmente nuevo se agrega a lo ya conocido, entonces se considera que las categorías están saturadas y no necesitan ulteriores pruebas empíricas. Sigue así una reflexión más profunda pero menos empírica sobre las categorías y sobre los criterios de inclusión en éstas. Se pasa luego a formular categorías definitorias muy generales que orientan al investigador (de este tipo son los conceptos sensibilizantes propuestos por Blumer), ocasionando ulteriores reflexiones y la investigación de otros aspectos a incluir en las categorías. Es también posible individualizar nuevos lazos de las categorías en ámbitos diferentes a aquellos de la investigación. De este modo, se pueden formular hipótesis sobre los lazos y definir las condiciones en que éstas son presentadas. Sucesivamente, se verifica qué consecuencias comporta el nuevo esquema teórico para las formulaciones precedentes. Por último, los nuevos lazos entre las diversas categorías se verifican en condiciones particularmente difíciles para acertar la validez[107].


Se deduce fácilmente que la relación entre teoría y empiria es constante, tanto que algún crítico ha dudado de la posibilidad de mantener una atención continua sobre ambos lados de la investigación sociológica[108].


En tanto, existe un elemento singular que debe ser señalado. La teoría en base a los datos reconoce como su principal inspirador – especialmente por Strauss – al mismo John Dewey, que en otras posiciones se reivindica como perteneciente al propio territorio[109] y más confiable que el mismo Karl Popper[110]. No sólo eso. Hay que recordar, por otro lado, que Barney Glaser proviene justamente de la escuela de Paul Lazarsfeld en la Columbia University de Nueva York. En definitiva – y no cierto por ironía de la suerte sino como lógico resultado de un recorrido sustancialmente común – Dewey y Lazarsfeld serían el origen, al mismo tiempo, de la teoría en base a los datos y de un modelo – que lleva su nombre[111] – el cual, afinado y modificado, constituye también para los no cualitativistas algo que “de hecho es inevitable realizar si se considera correcto pensar en la investigación sociológica como investigación científica”[112]. La explicación de este “doble” resultado hay que buscarla en el hecho de que la gente de Columbia ha frecuentemente insistido sobre un estrecho lazo entre datos y teoría.


Una vez más se demuestra que las dos metodologías pueden converger más allá de ser diversificadas sobre el plano estructural y operativo. Y el caso Dewey-Lazarsfeld se convierte en una ulterior indicación especialmente para quien realiza, mayor y frecuentemente, trabajo de campo en la investigación sociológica, más allá del enfoque utilizado (global y/o procesal).


Si se entra posteriormente en el detalle de las fases de investigación, en lo que se refiere a la teoría en base a los datos, se obtiene la confirmación de una línea común. Sin embargo quedan, por parte de algunos investigadores, perplejidades e interrogantes que aún no han sido aclarados completamente.


Las fases de la teoría en base a los datos


El recorrido de la teoría en base a los datos es al mismo tiempo un work in progress, tanto que de uno a otro texto de Glaser o Strauss se notan diferencias significativas. Conviene, entonces considerar aquella que ha sido indicada como la versión más reciente[113].


Principalmente, se deja de lado toda operación estadístico-matemática, se favorece al máximo el análisis retrospectivo de las situaciones, se evita la influencia de prejuicios, se confía en los datos, pero no se le quita valor a la abstracción de la reflexión teórica.


Una teoría válida en base a los datos es capaz de representar la realidad a la que se refiere, también es comprensible para los sujetos estudiados y tiene un grado de abstracción tal que es aplicable a varios contextos que resultan en relación con el universo de la investigación. Además, la teoría en base a los datos se refiere tanto a los conceptos como a las relaciones entre los conceptos. Por último, no renuncia a la significatividad, al interplay (interacción) entre teoría y datos, a la generalización, a la reproductibilidad, a la precisión, al rigor y a la verificación[114].


Un concepto-clave ya analizado por Glaser en su volumen del 1978 (cfr. nota 105), es aquel de sensibilidad teorética (theoretical sensitivity), es decir, la capacidad de captar la sutileza del significado de los datos, distinguiendo entre lo que es pertinente y lo que no entra en la problemática de la investigación que se está realizando.


La grounded theory construye más que verifica. Por lo tanto, los procedimientos de codificación (coding procedures, es decir, los procesos de análisis de los datos) son en sustancia analítico-generativos. Pero también lo es la codificación abierta (open coding) en cuanto los conceptos (etiquetas atribuidas a los hechos) son individualizados en base a sus propias características. Los datos, por otro lado, son analizados en términos comparativos, debido a que las afinidades existentes entre sí dan lugar a categorías (reagrupamientos más abstractos de conceptos).


Para mejorar la sensibilidad teorética se sugieren algunas técnicas: preguntas múltiples, análisis detallados de palabras y frases, procedimientos flip-flop (es decir, cambio o inversión del propio punto de vista, asumiendo otra posición entre dos o más), comparaciones de cerca o lejos, no dar por descontado lo que otros sostienen con certeza (es más, tal certeza debe ponernos en guardia, es decir “agitar la bandera roja” – wawing the red flag – para indicar la necesidad de prestar más atención).


La codificación axial (axial coding) consiste en reorganizar los datos luego de la fase precedente de codificación abierta (open coding), para llegar a conexiones entre las categorías (que, como ya se ha dicho, son clasificaciones de conceptos estables mediante comparaciones y oposiciones entre ellas). Tal operación es conducida gracias a un paradigma de codificación (coding paradigm) que comprende condiciones causales y estructurales, contexto, acción e interacción y sus efectos. El procedimiento es tanto inductivo como deductivo.


La codificación selectiva (selective coding) se refiere a la selección de aquel fenómeno (de aquella idea o evento hacia donde se dirigen las acciones y las interacciones) que tiene una función de centralidad en cuanto interacciona con todas las demás categorías.


También el cambio puede ser integrado a la teoría, uniendo entre ellos los efectos de las acciones y de la interacción, analizando la evolución en el tiempo. Es necesario sobre todo, saber reconocer las señales relativas a los cambios en acto.


Se pueden relacionar condiciones y efectos a un fenómeno a través de acciones e interacciones. Con tal fin, se usa una matriz condicional (conditional matrix) que sigue condiciones y efectos en su desarrollo, por lo que es posible verificar su incidencia a partir de los recorridos trazados respecto al fenómeno.


Por último, el problema de la muestra se resuelve eligiendo hechos que conduzcan a conceptos relevantes. La muestra varía con el tipo de codificación: puede ser abierta (open sampling), relacional y variada (relational and varitional sampling) y distintiva (discriminate sampling), respectivamente open codingaxial codingselective coding.


Como procedimientos agregados se citan los promemoria (memos) y los diagramas (diagrams). Los primeros son apuntes escritos relativos al análisis y a las relaciones de la formulación con la teoría; los segundos son representaciones gráficas de las relaciones entre los conceptos.


Este rápido excursus ofrece una idea apenas sintética de los varios pasos útiles en el descubrimiento de la teoría en base a los datos. En realidad el volumen de Strauss y Corbin es rico de detalles y ejemplificaciones que acompañan al investigador fase por fase, sugiriendo además un nivel inicial de profundización que se limita a la codificación axial, mientras que para un trabajo más completo se parte de la codificación selectiva para finalizar con los promemorias y los diagramas.


Por último se puede señalar un complemento útil, en términos de ejemplos y esclarecimiento, se encuentra en el texto escrito por Strauss algunos años antes[115].


El enfoque biográfico


La teoría en base a los datos tiene su más fértil aplicación en el campo del enfoque biográfico, con una tradición de casi un siglo, lo que hace que hoy esté bien radicada.


Tal tradición ha sido además ampliamente reevaluada porque “denunciados, al inicio de los años ‘60 con un vigor que evocaba la virulencia del debate sobre el método conocido 30 años antes; los problemas y los límites reconocidos a los métodos cuantitativos han provocado la recuperación del interés por la monografía y, en general, por los métodos cualitativos de los cuales la historia de vida es el ejemplo por excelencia”[116].


Sin tener necesariamente que acoger la lección del individualismo metodológico – que ve el origen de cada evento en el comportamiento individual – el enfoque biográfico tiene como punto de partida la experiencia personal. Pero el objetivo es siempre de carácter puramente sociológico, es decir, relativo a un conocimiento del individuo esencialmente como sujeto social. En el ámbito de la metodología cualitativa el comportamiento del individuo es siempre central, aunque no se realiza en el interior de su confín subjetivo; tampoco se considera el origen casi exclusivo de los fenómenos sociales, que son, en cambio, un mix de intervenciones múltiples con una matriz no sólo individual.


En otras palabras, el enfoque biográfico tiende a evitar todo énfasis del rol del individuo, pero al mismo tiempo no considera el comportamiento subjetivo como algo insignificante, si no que apunta a colocar al individuo en su contexto, captando acciones e interacciones, condicionamientos y reacciones; también intensiones, gestos y posturas.


Entre otras cosas, es a partir de las consideraciones de estas elecciones de fondo, que el individualismo metodológico como tal no encuentra motivaciones plausibles para la utilización directa en la metodología de las historias de vida, aunque si se puede útilmente aplicar al conocimiento del hombre racional en la especie de homo economicus[117].


La grounded theory antes mencionada, parece responder mejor a este objetivo. Se adapta también a las nuevas modalidades de análisis computer-asistida. Es más, algunas de las más convincentes resultados y propuestas de los nuevos programas para computadoras responden a los requisitos de la teoría en base a los datos, asumiendo así el carácter de “filosofía” de base.


En efecto, en las ciencias humanas el uso del hardware electrónico es cada vez más frecuente. Desde un inicio ha servido, en base a programas específicos, para reemplazar la intuición con la cuantificación y luego para individualizar las concordancias en las obras omnia de algunos grandes autores.


Recientemente, productos como el Statistical Package for the Social Sciences (SPSS), especialmente en la versión para personal computer, ha representado una atracción más bien fuerte para los estudios de sociología, hasta convencerlos de organizar los datos en función del programa y no viceversa.


Hoy, en cambio, estamos en una fase en donde son los mismos investigadores los que definen las necesidades y solicitan elementos específicos a quienes se ocupan de la realización de programas “dedicados” al análisis cualitativo. En efecto, uno ya no se conforma con la simple búsqueda de palabras o de frases, de la frecuencia o de las eventuales correlaciones de dos o más elementos. Al mismo tiempo, se abre camino a la convicción de que la computadora es solamente una ayuda, una asistencia, mientras las decisiones principales las realiza siempre el investigador.


De este modo, la misma gestión analítico-interpretativa de una historia de vida recupera su espesor metodológico, tratando de no convertirse en un instrumento-máquina.


Así, es posible vencer “la apuesta epistemológica” que nombra Franco Ferrarotti[118], cuando se lamenta que “también entre los adeptos del método biográfico, la apuesta epistemológica que este método implica ha sido ilusionada. Se ha tentado desplazar la biografía al rebaño epistemológico de las ciencias de la naturaleza: objetividad, investigación inductiva de correlaciones constantes (actitud nomotética), tradición cuantitativa de las informaciones adquiridas, etc. La subjetividad inmanente a cada narración o documento autobiográfico – porque no olvidemos que los materiales que el método biográfico utiliza son en la mayor parte de los casos autobiográficos – ha sido ilusionada por una hermenéutica de la biografía que utiliza los aspectos objetivos” Así, “el cualitativo se anula de frente al cuantificable”[119].


La tenaz defensa del proprium biográfico prosigue hasta afirmar que “si leemos la biografía con el procedimiento deductivo, despojamos implícitamente el método biográfico de todo relieve epistemológico. Sea que lo hagamos con el método inductivo que con el deductivo el método biográfico no tiene ninguna esperanza”[120].


Ferrarotti se coloca también sobre el terreno más problemático de la inferencia y de la recorribilidad, para concluir que “el estudio de la morfogénesis de cualquier fenómeno (o grupos de fenómenos) – que es quizás el objetivo más importante de las ciencias sociales – no puede realizarse a través del uso de un modelo fundado en la medición, justamente porque no todas las relaciones son medibles”; en particular “el uso de un modelo cualitativo sirve… para una adecuada objetivación del fenómeno en examen. Sólo luego de esta objetivación, a través del método cualitativo, se puede pensar en poder introducir criterios de medición, aunque es difícil establecer cuánto de esto sea ahora posible”[121].


El problema es también aquel de establecer lo que se entiende por medición y sobre todo garantizar un desarrollo científicamente adecuado al enfoque biográfico. Varios intentos han sido operados en esta dirección también en Italia[122]. Sin embargo, algunos problemas epistemológicos están todavía esperando una solución. Y en el campo histórico se está todavía buscando una respuesta satisfactoria[123].


Enzo Campelli es uno de los pocos estudiosos en Italia que ha buscado la compatibilidad entre la metodología cuantitativa y la cualitativa. Si por una parte invoca el rigor del procedimiento científico típico de cada disciplina y critica la “renuncia al análisis”, por otra parte duda de la “interacción total” entre observador y observado y sobre todo del hecho de que sea posible leer toda la sociedad a través de “cualquier” biografía[124]


Campelli ve una solución positiva sólo en el “control de procedimiento” y en particular piensa en “la utilización explícita de una ‘grilla’ interpretativa cerrada en grado de conducir sistemáticamente la organización de los datos y el análisis hacia algunos ases de referencias elegidos y a una trama definida de variables, junto a los procedimientos críticos como “análisis del contenido”, “análisis de las contingencias”, además de lo que Degenne define “tecnologías dulces” de la investigación sociológica”[125].


En otro ensayo, Campelli habla explícitamente de una cuarta salida, más allá del rechazo intolerante de la pretensión de superioridad de lo cuantitativo sobre lo cualitativo: “se trata así de trabajar para la definición de un cuarto punto de vista, lejano de la actitud opresora y de la ideología medicionista del primero, así como de los intentos totalizantes del segundo, capaz de reivindicar – sobre la base de un trabajo empírico públicamente controlable – los límites y el significado de la autonomía del enfoque biográfico”[126]. En esta óptica deben ser precisadas las formulaciones teóricas y los procedimientos empíricos, teniendo como objeto “una plena valorización de esta estrategia en la investigación social”[127].


Respecto a la muestra, la posición es más rígida, porque se proponen procedimientos (numéricos y de control) de carácter tipológico, fundados sobre variables-guía[128].


Esta actitud casi anticipa ulteriores reservas localizables en un volumen sucesivo, en el cual se observa que “el enfoque biográfico no parece caracterizarse por una específica lógica de justificación de las aserciones. Quizás es más correcto sostener que esto prevé una actitud de investigación, y en sentido amplio, una estrategia, mas no prescribe un método, o sea su expresión”[129]. En síntesis, se niega una vez más la posibilidad de continuación de la lógica del descubrimiento. El enfoque biográfico es limitado y considerado apto sólo para la investigación preliminar, para la investigación de base (o casi) y se basa sobre el escamotage (línea de fuga) lingüístico de la “estrategia” (que es seguramente menor que una verdadera metodología).


En otra parte del mismo texto de Campelli, luego de alguna crítica a la falta de claridad epistemológica, metodológica y operativa de una cierta conceptualización cualitativista, se reabre (pero también se cierra) la puerta para una confrontación más amplia. De hecho, se excluye la diferenciación entre metodología cualitativa y cuantitativa. Por lo tanto, “las diferencias, que evidentemente existen y son de amplio relieve, deben ser enteramente adscriptas a las técnicas”[130].


Conclusión


El enfoque biográfico es el terreno principal de disputa no sólo en la confrontación entre cualitativo y cuantitativo, sino también en el continuum que liga la epistemología, la metodología y las técnicas de investigación.


Por ejemplo, una posición diametralmente opuesta a aquella de Campelli ha sido asumida por otro especialista en el campo metodológico, Costantino Cipolla, que reinvierte el discurso, afirmando que la cuestión biográfica “no es reducible al nivel técnico de los problemas”[131].


Esta inversión parece ser – salvo incompresiones debidas a un orden causal de los términos – también el punto de partida, que antes era la epistemología; hoy lo es el conjunto mismo de los procedimientos. Por lo tanto, la investigación biográfica “implica técnicas originales, métodos consecuentes y precisas elecciones epistemológicas”[132].


El problema de la representatividad se recupera una vez más con un corte estadístico, con la propuesta de una muestra razonada “a cadena” o de una “elección ‘accidental’, siempre argumentada y predispuesta según un plan de muestreo, hasta contemplar una lógica o una técnica de saturación”, pero en tanto, “el problema de la representatividad en el caso de la investigación biográfica no es seguramente un específico problema técnico de inferencia estadística”. Por otro lado, “parece que el único y verdadero problema sea el que la generalización es histórica y geográficamente dirigida y que, como tal, debe ser tratada, teniendo presente que ésta es en primer lugar lógica y luego metodológica-técnica”[133]. Con esta última precisión se podría resolver la incertidumbre sobre el orden lógico entre las técnicas y las metodologías (o métodos, según la noción preferida de Cipolla), con toda la ventaja para estas últimas.


En conclusión, se reconoce que “en cada caso, la investigación biográfica, bien conducida y afirmada metodológicamente – según nuestra opinión – asume en la sociología una función heurística fundamental, y como tal, plenamente legítima al objetivo y a la “investigación” de la verdad sociológica en modo autosuficiente y sin necesidad de ulteriores aportes externos; a pesar de que nuestro ideal gnoseológico y regulativo es más complejo y amplio”[134].


Ejemplos de investigaciones italianas bien conducidas y metodológicamente correctas no faltan. En torno a la temática de los jóvenes – realizadas sobre todo por Alessandro Cavalli[135] y por su grupo de investigación[136], y las de Riccardo Massa y Duccio Demetrio con un corte más socio-pedagógico[137] – como aquellas sobre la “vita composita” realizada por Laura Bovone[138] y continuada junto con otros colegas de la Universidad Católica de Milán[139].


En el campo internacional se debe mencionar la investigación de Fritz Schütze que – siguiendo la escuela de Anselm Strauss y de su teoría en base a los datos, con una sólida formación sociolingüística – logra explicar sociológicamente los problemas de una entera generación de alemanes con el recuerdo de las experiencias bélicas a partir del análisis de una única historia de vida, la del soldado Hermann[140]. Se debe precisar que Schütze no abandona la idea de hacerse guiar por hipótesis; al contrario, utiliza la de los psicoanalistas Alexander y Margarete Mitscherlich sobre la incapacidad de los alemanes de arrepentirse de los desastres producidos por el nazismo. Desde el punto de vista procesal, por último, no se puede no estar de acuerdo con Schütze en la elección de no hacer preguntas directamente a Hermann sobre el argumento que era el objeto de la hipótesis, lo que ha favorecido todavía más la espontaneidad de la narración autobiográfica.


Con el caso de Hermann se retorna al carácter sociológico de la significatividad de una sola historia de vida, como ya había sucedido a Znaniecki con el caso de Wladyslaw Berkan, introducido en el volumen Zyciorys wlasny (Autobiografía), publicado por el Instituto de Sociología de Poznan en el 1924. Continuaron luego Pamietniki wloscianina (Memorias de un campesino) de J. Slomka en el 1929 en Cracovia y Zyciorys wlasny robotnika (Autobiografía de un obrero) de J. Wojciechowski en Poznan en el 1930, donde la tradición de estos estudios aún hoy continúa[141].


En definitiva, el enfoque biográfico parece ofrecer hoy elementos vitales a los estudios sociológicos. En este sentido, han surgido algunas iniciativas empíricas, como es el caso de las investigaciones sobre la vida composita, sobre las cuales Laura Bovone señala que “un primer itinerario ha sido impuesto por el mismo tipo de hipótesis, de la exigencia: a) de encontrar elementos subjetivos complejos… b) de estudiar itinerarios existenciales… Tales exigencias han impuesto la utilización de técnicas cualitativas y una absoluta apertura respecto a cada suceso vital de los sujetos en cuestión: de aquí la elección del método de las historias de vida. La segunda fase de la investigación… siguió en esta línea, ampliando el recorrido desde un punto de vista cuantitativo… en tres generaciones diversas de universitarios recibidos ya adultos; esta vez, la muestra fue cuidadosamente seleccionada y la investigación fue realizada mediante un cuestionario muy formalizado. Con este instrumento construído justamente sobre la base de las historias de vida recogidas, han sido entrevistados… 450 universitarios recibidos de la ciudad de Milán”[142].


Bastante similar es el caso de nuestra investigación sobre la religión difusa. En un primer lugar se recogieron 84 historias de vida – analizadas en el volumen Senderos de la religiosidad. Una investigación en Roma[143] – y luego se suministró un cuestionario a una muestra representativa en la provincia de Caltanissetta (Sicilia)[144]. La interacción entre dos metodologías y dos técnicas diferentes representa una experiencia que por sí misma supera conflictos inconsistentes y resistencias innovadoras.



[1]. J.-M. Berthelot, “Dualisme et pluralisme en sociologie”, Bulletin de l’Association Internationale des Sociologues de Langue Française, 7, 1991, pag.26.


[2]. J.-M. Berthelot, Op. cit., pag. 27.


[3]. Cfr. J.-M. Berthelot, L’intelligence du social. Le pluralism explicatif en sociologie, Presses Universitaires de France, Paris, 1990.


[4]. J.-M. Berthelot, Dualisme et pluralisme en sociologie, cit. pag.29.


[5]. A. Touraine, “La méthode en sociologie”, Bulletin de l’Association Internationale des Sociologues de Langue Française, 7, 1991, pag. 46.


[6]. L. Voyé, “Où va la méthode en sociologie?”, Bulletin de l’Association Internationale des Sociologues de Langue Française, 7, 1991, pag. 58.


[7]. Cfr. R. Boudon – F. Bourricaud, Dictionnaire critique de la sociologie, Presses Universitaires de France, Paris 1982 y 1986. Sobre la necesidad de un vocabulario sociológico común, cfr. W. L. Wallace, “Standardizing basic concepts in sociology”, The American sociologist, 1, 4, 1990, pag. 352-358.


[8]. R. Boudon – F. Bourricaud, Op. cit., pag. 279.


[9].R. Boudon – F. Bourricaud, Ibidem.


[10].R. Boudon – F. Bourricaud, Ibidem.


[11].R. Boudon – F. Bourricaud, Op. cit., pag. 283.


[12]. Cfr. Radnitzky, Contemporary schools of metascience, Akademiförlager, Göteborg, 1968; Henry Regnery, Chicago, 1973.


[13]. Cfr. A. Marradi (compilador), “Metascienza. Riflessioni sulla conoscenza scientifica”, número monográfico de Sociologia e ricerca sociale, 13, 1984.


[14]. A. Marradi (compilador), Op. cit., pag. 6.


[15]. S. E. Toulmin, “Filosofia e teoria della scienza, storia e sociologia della scienza”, Sociologia e ricerca sociale, 13, 1984, pag. 12.


[16]. G. Statera, “Contro la ‘nouvelle vague’ antimetodologica”, Sociologia e ricerca sociale, 13, 1984, pag. 259. Cfr también J. H. Poincaré, Il valore della scienza, Dedalo, Bari, 1992.


[17]. Cfr. J. F. Gubrium – J. A. Holstein, “Qualitative methods”, en E. F. Borgatta – M. L. Borgatta, Encyclopedia of sociology, Macmillan, Nueva York, 1992, Vol. III, pag. 1577-1582.


[18]. W. I. Thomas – F. Znaniecki, The Polish peasant in Europe and America, University of Chicago Press, Chicago, 1918-1920.


[19]. Cfr. H. Blumer, “An appraisal of Thomas and Znaniecki’s. The Polish peasant in Europe and America”, Social Science Research Council – Bulletin, 441939. Para una profundización sobre el tema cft. C. Corradi, Metodo biografico come metodo ermeneutico. Una rilettura de “I1 contadino polacco”, Angeli, Milán, 1988, en particular pag. 48-83.


[20]. Cfr. H. Blumer, Symbolic interactionism, Prentice-Hall, Englewood Cliffs, N. J.1969.


[21]. Cfr. W. Foote Whyte, Street corner society, University of Chicago Press, Chicago, 1943.


[22]. Cfr. H. Garfinkel, Studies in ethnomethodology, Prentice-Hall, Englewood Cliffs, N. J. 1967.


[23]. Cfr. A. V. Cicourel, Cognitive sociology. Language and meaning in social interaction, The Free Press, Glencoe, 1973.


[24]. Cft. J. F. Gubrium, Analyzing field reality, Sage, Newbury Park, Ca., 1988.


[25]. Cfr. A. Schutz, Collected papers, Nijhoff, La Haya, 1971. Para una mayor profundización cfr. C. Cipolla, Oltre il soggetto per il soggetto. Due saggi sul metodo fenomenologico e sull’approccio biografico, Angeli, Milán, 1990, en particular la primera parte, “Metodo fenomenologico e conoscenza sociologica: insopprimibilità del soggetto e trascendimento virtuale di ogni oggettivazione”, pag. 9-79. También sobre el tema cfr. el número monográfico “Théorie du sujet et théorie sociale” de la revista L’homme et la société, 3, 1991, en particular pag. 5-140 y F. Crespi, “La rinascita del soggetto”, MicroMega, 3, 1991, pag. 103-113.


[26]. Cfr. M. Weber, Gesammelte Aufsätze zur Wissenschaftslehre, Mohr, Tübingen, 1951. Para un análisis crítico cfr. A. Fasanella, “Oltre la sociologia comprendente: Weber e il metodo della sociologia esplicativa”, Sociologia e ricerca sociale, 37, 1992, pag. 53-80.


[27]. Cfr. P. Ricoeur, Temps et récit, Seuil, París, 1983, vol. I; 1984, vol. II; 1985, vol. III. También cfr. L. Bottani, “Ermeneutica, metafora e referenza in Ricoeur”, Il contributo, octubre-diciembre, 1990, pag. 3-25; C. Corradi, “The metaphoric structure of sociological explanation”, Philosophy & social criticism, 3, 1990, pag. 161-178.


[28]. Cfr. B. G. Glaser – A. L. Strauss, The discovery of grounded theory, Aldine, Chicago, 1967.


[29]. Entre otros, cfr. H. Sacks – E. Schegloff – G. Jefferson, “A simplest systematics for the organisation of turntaking in conversation”, Language, 4, 1974, pag. 696-735. Para una mayor aproximación, definido “linguística interacional”, cfr. J. Gumperz, Discourse strategies, Cambridge University Press, Cambridge 1982. Para un estudio más actualizado cfr. G. Fele, “L’analisi della conversazione: vocazione sociologica e organizzazione strutturale”, Sociologia e ricerca sociale, 32, 1990, pag. 48-81.


[30]. Cfr. P. Drew – J. C. Heritage (compiladores), Talk at work. Interaction in institutional settings, Cambridge University Press, Nueva York, 1991.


[31]. Cfr. N. Denzin, Interpretative biography, Sage, Newbury Park, Ca., 1991: el sociólogo estadounidense propone la aplicación del enfoque hermenéutico en el dato biográfico (a este propósito véase también C. Corradi, Metodo biografico come metodo ermeneutico. Una rilettura di “Il contadino polacco”, cit.).


[32]. Cfr. D. Bertaux (compilador), Biography and society. The life-history approach in the social sciences, Sage, Londres, 1981.


[33]. Cfr. R. Cipriani (compilador), La metodologia delle storie di vita. Dall’autobiografia alla “life history”, Euroma-La Goliardica, Roma, 1987, Iªedición.


[34]. G. Statera, “Contro la ‘nouvelle vague’ antimetodologica”, cit., pag. 259.


[35]. Cfr. G. Ritzer (compilador), Metatheorizing, Sage, Newbury Park, Ca., 1992, pag. 7.


[36].Cfr. J. C. Alexander – B. Giesen – R. Münch – N. J. Smelser (compiladores), The micromacro link, University of California Press, Berkeley – Los Angeles – Londres,1987.


[37]. Cfr. P. H. Furfey, The scope and method of sociology. A metasociological treatise, Cooper Square, Nueva York, 1953,1965.


[38]Cfr. P. H. Furfey, Op. cit., pag. 17.


[39]. Cfr. S. N. Eisendstadt – H. J. Helle, Macro-sociological theory, Sage, Londres, 1985.


[40]. Cfr. J. C Alexander – B. Giesen – R. Münch – N. J. Smelser (compiladores), The micromacro link, cit., pag. 385.


[41]. Cfr. J. E. Hunter – F. L. Schmidt, Methods of meta-analysis. Correcting error and bias in research finding, Sage, Newbury Park, Ca., 1990 y J. Brewer – A. Hunter, Multimethod research. A synthesis of styles, Sage, Newbury Park, Ca., 1989.


[42]. Cfr. G. W. Noblit – R. D. Hare, Meta-ethnography. Synthesizing qualitative studies, Sage, Newbury Park, Ca., 1988.


[43]. Cfr. R. P. Gephart, Ethnostatistics. Qualitative foundations for quantitative research, Sage, Newbury Park, Ca., 1988.


[44]. A. Cavalli, Presentazione de M. Rampazi, Le radici del presente. Storia e memoria nel tempo delle giovani donne, Angeli, Milán, 1991, pag. 9.


[45]. Cfr. entre otros U. Oevermann et al., “Die Methodologie einer “objektiven Hermeneutik” und ihre allgemeine forschungslogische Bedeutung in den Sozialwissenschaftern”, en H. G. Söffner (complidaor), Interpretative Verfahren in den Sozial und Textwissenschaften, Metzler, Stuttgart, 1979. También cfr. C. Leccardi, L’ermeneutica oggettiva di Ulrich Oevermann, Quaderni dei dipartimenti di sociologia e scienza politica, Università della Calabria, 1987.


[46]. Las primeras contribuciones tuvieron como autores a J. Balan, H. L. Browning, E. Jellin, L. Letzler: cfr. “The use of computers in the analysis of life histories”, Demografía y Economía, 3, 1968, pag. 428-442; “Computerized approach to the processing and analysis of life histories obtained in sample surweys”, Behavioral science, 14, 1969, pag. 105-120.


[47]. Cfr. P. Conrad, S. Reinharz (compiladores), Computers and qualitative data, “Qualitative sociology”, 1-2, 1984; B. Pfaffenberger, Microcomputers applicantions in qualitative research, Sage, Newbury Park, Ca., 1988; R. Tesch, Qualitative research. Analysis types and software tools, The Falmer Press, Nueva York, 1990; N. G. Fielding , R. M. Lee (compiladores), Using computers in qualitative research, Sage, Londres, 1991.


[48]. Cfr. Lebart, A. Salem, Analyse statistique des données textuelles. Questions ouvertes et lexicométrie, Bordas, París, 1988.


[49]. Cfr. R. Ghiglione, J. L. Beauvois, C. Chabrol, A. Trognon, Manuel d’analyse de contenu, Colin, París, 1980; R. Ghiglione, A. Blanchet, Analyse de contenu et contenus d’analyses, Dunod, París, 1991.


[50]. Cfr. J. Rémy, D. Ruquoy (compiladores), Méthodes d’analyse de contenu et sociologie, Facultés Universitaries Saint-Louis, Bruxelles, 1990. Cfr., además, M. Molitor, “L’herrnéneutique collective”, pag. 19-35.


[51]. W. I. Thomas – F. Znaniecki, Il contadino polacco in Europa ed America, cit., pag. 11.


[52]. Cfr. R. Cipriani (compilador), La metodologia delle storie di vita. Dall’autobiografia alla “life history”, cit., pag. 16-18.


[53]. Cfr. G. Galilei, Saggiatore, en Opere scelte, F. Flora (compilador), Milán-Nápoles, 1953, pag. 312-315.


[54]. Cfr. K. Popper, Conjectures and refutations, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1972.


[55]. Cfr. K. Popper, The open society and its enemies, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1966, 2 vol.


[56]. Cfr. P. K. Feyerabend, Against method. Outline of an anarchic theory of knowledge, Humanities, Atlantic Highlands 1975; Blackwell, Oxford, 1989.


[57]. Cfr. F. J. Varela, H. Maturana, The tree of knowledge, New Science Library, Boston, 1987; F. J. Varela, Connaître. Les sciences cognitives. Tendances et perspectives, Seuil, París, 1989 (ed. or., Cognitive science. A cartography of current ideas, 1988). Véase también: M. H. Johnson (compilador), Brain development and cognitionA reader, Blackwell, Oxford, 1993.


[58]. Cfr. J. Feldman, D. Ballard, “Connectionist models and their properties”, Cognitive science, 6, 1982, pag. 205-254; W. Bechtel, A. Abrahamsen, Connectionism and the mind. An introduction to parallel processing in networks, Blackwell, Oxford, 1990.


[59]. F. J. Varela, Connaître, Les sciences cognitives. Tendances et perspectives, cit., pag. 122.


[60]. Cfr. F. J. Varela, Op. cit., pag. 121, fig. 11.


[61]. Cfr. J. Coulter, Mind in action, Polity Press, Cambridge, 1989.


[62]. Cfr. F. Znaniecki, Cultural sciences, University of Illinois Press, Urbana, 1952.


[63]. S. Vaitkus, “Portrait: Florian Znaniecki”, International sociology, 1, 1992, pag. 122. Para la sociología humanística de Znaniecki es útil consultar también la valiosa correspondencia de su archivo depositado en la facultad de sociología de la universidad de Bielefeld.


[64]. Cfr. J. C. Alexander, B. Giesen, R. Münch, N. J. Smelser (compiladores), The micro-macro link, cit., en particular pag. 1-42 y J. Huber (compilador.), Macro-micro linkages in sociology, Sage, Newbury Park, Ca., 1991 (este volumen presenta una abundante variedad de casos concretos, que van de la estratificación por géneros a los estudios de las organizaciones, de los problemas familiares a los escolásticos, de la demografía a la pobreza).


[65]. Cfr. C. Cipolla, Teoria della metodologia sociologica. Una metodologia integrata per la ricerca sociale, Angeli, Milán, 1988, pag. 32.


[66]. Cfr. F. Leonardi, “Contro l’analisi qualitativa”, Sociologia e ricerca sociale, 35, 1991, pag. 3-29.


[67]. Cfr. H. Schwartz, J. Jacobs, Qualitative sociology. A method to the madness, The Free Press, Nueva York-Londres, 1979.


[68]. Cfr. Statera, “Le epistemologie post-empiriste e la logica dell’indagine sociologica”, Sociologia e ricerca sociale, 33, 1990, pag. 3-31.


[69]. Cfr. S. J. Gould, “Subjectivity in science”, 1986 yearbook of science and future, Encyclopaedia Britannica, Chicago, 1985, pag. 235-248.


[70]. Cfr. S. J. Gould, Op. cit., pag. 238.


[71]. Cfr. S. J. Gould, Op. cit., pag. 247.


[72]. Cfr. J. van Maanen (compilador), Qualitative methodology, Sage, Londres, 1983; M. B. Miles, A. M. Huberman, Qualitative data analysis. A sourcebook of new methods, Sage, Londres, 1984; J. Wódz (compilador), Problèmes de la sociologie qualitative, Université de Silésie, Katowice, 1987; J.-P. Deslauries (compilador), Les méthodes de la recherche qualitative, Presses de l’Université du Québec, Sillery, 1988; M. Hammersley, The dilemma of qualitative method. Herbert Blumer and the Chicago tradition, Routledge, Londres, 1989; D. L. Morgan, Focus groups as qualitative research, Sage, Londres, 1989 (útil para el estudio relativo a las entrevistas de grupo sobre temas específicos); R. G. Burgess (compilador), Studies in qualitative methodology. A research annual, Jai Press, Greenwich, 1990, vol. II, Reflections on field experience; A. Mucchielli, Les méthodes qualitatives, Presses Universitaires de France, París, 1991; W. B. Shaffir, R. A. Stebbins (compilador), Experiencing fieldwork. An inside view of qualitative research, Sage, Newbury Park, Ca., 1991.


[73]. Cfr. F. Ferrarotti, La sociologia alla riscoperta della qualità, Laterza, Bari, 1989, pag. 84-97 y 106-118.


[74]. Cfr. M. Q. Patton, Qualitative and reserché methods, Sage, Newbury Park, Ca., 1990, pag. 464.


[75]. M. Augé, “Qualità e quantità nella ricerca sociale”, La critica sociologica, 96, 1990-1991, pag. 1.


[76]. Cfr. A. J. Vidich, G. Shapiro, “A comparison of participant observation and survey data”, American sociological review, 20, 1, 1955, pag. 28-33.


[77]. Cfr. A. Bryman, Quantity and quality in social research, Unwin Hyman, Londres, 1988, pag. 4.


[78]. Cfr. H. Blumer, “What is wrong with social theory?”, American sociological review, 19, 1, 1954, pag. 3-10.


[79]. Cfr. F. Znaniecki, The method of sociology, Farrar & Rinehart, Nueva York, 1934.


[80]. Cfr. W. S. Robinson, “The logical structure of analytic induction”, American sociological review, 16, 6, 1951, pag. 812-818.


[81]. Cfr. A. Bryman, Quantity and quality in social research, cit., pag. 94.


[82]. Cfr. A. Bryman, Op. cit., pag. 127-156.


[83]. Con respecto a este tema y para una reconstrucción de los hechos cfr S. Dufour, D. Fortin, J. Hamel, L’enquête de terrain en sciences sociales. L’approche monographique et les méthods qualitatives, Editions Saint-Martin, Montréal, 1992, en particular pag. 35-54. Este texto sugiere también la necesidad de “redescubrir” autores como Everett C. Hughes y Horace Miner, exponentes “heméritos” del “estilo” de Chicago.


[84]. Cfr. N. K. Denzin, The research act in sociology, Aldine, Chicago, 1970.


[85]. A. Bryman, Quantity and quality in social research, cit., pag. 131.


[86]. Cfr. A. Bryman, Op. cit., pp. 134-137.


[87]. Cfr. M. Galton, J. Willcoks, Moving from the primary classroom, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1983; M. Galton, S. Delamont, “Speaking with forked tongue? Two styles of observation in the ORACLE project”, en R. G. Burgess (compilador), Field methods in the study of education, Falmer Press, Londres, 1985, pag. 163-189.


[88]. Cfr. A. Bryman, Quantity and quality in social research, cit., pag. 173.


[89]. T. P. Wilson, “Metodi qualitativi ‘contro’ metodi quantitativi nella ricerca sociale”, Sociologia e ricerca sociale, 29, 1989, pag. 5. Cfr también, del mismo autor, “Quantitative ‘oder’ qualitative Ansätze in der Soziologie”, Kölner Zeitschrift für Soziologie und Sozialpsychologie, 34, 1982, pag. 487-508.


[90]. T. P. Wilson, Op. cit., pag. 21-22.


[91].L. Cannavò, “Qualità e quantità; tra metodologia sociologica e sociologia della scienza”, Sociologia e ricerca sociale, 28, 1989, pag. 38.


[92]. Cfr. L. Cannavò,  Op. cit., pag. 41.


[93]. Cfr. L. Cannavò,  Op. cit., pag. 42-44.


[94]. L. Cannavò, Op. cit., pag. 45.


[95]. M. Cardano, “Il sociologo e le sue muse. Qualità e quantità nella ricerca sociologica”, Rassegna italiana di sociologia, 32, 2, 1991, pag. 184.


[96]. Cfr. S. Gherardi, B. Turner, Real men don’t collect soft data, Dipartimento di politica sociale, Trento, 1987


[97]. Cfr. J. Dewey, Art as experience, Minton, Balch and Co., Nueva York, 1934; Logic. The Theory of inquiry, Wiley, Nueva York, 1937.


[98]. Cfr. G. Mead, Mind, self and society, University of Chicago Press, Chicago, 1934.


[99]. Cfr. C. Harthorne, P. Weiss, A. Burks, Collected papers of C. S. Peirce, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1931-1958, voll. 8 (1965-1967, vol. 4 dobles). Para una defensa de la abducción como combinación entre inducción y deducción cfr. el ensayo de Peirce de 1868 Some consequences of four incapacities, fuertemente crítico en relación a John Stuart Mill; véase también K. T. Fann, Peirce’s theory of abduction, Martinus Nijhoff, La Haya, 1980. Entre los ensayos de edición italiana cfr. en particular la colección antológica de A. Monti (compilador): C. S. Peirce, Scritti di logica, La Nuova Italia, Florencia, 1981 y en particular sobre la abducción C. S. Peirce, Le leggi dell’ipotesi, Bompiani, Milán, 1984.


[100]. Cfr. E. C. Hughes, The sociological eye, Aldine, Chicago, 1970; Transaction Books, New Brunswick, N. J. 1985. Por otro lado Strauss había también colaborado con el mismo Hughes: cff. H. Becker, B. Geer, E. Hughes, A. L. Strauss, Boys in white, University of Chicago Press, Chicago, 1961.


[101]. A. L. Strauss, Qualitative analysis for social scientist, Cambridge University Press, Cambridge, 1987, pag. 6.


[102]. Cfr B. G. Glaser, A. L. Strauss, The discovery of grounded theory, cit.


[103]. Cfr B. G. Glaser, A. L. Strauss, Awareness of dying, Chicago, 1965; Time for dying, Aldine, Chicago, 1968; Status passage, Aldine, Chicago, 1971.


[104]. Cfr. B. G. Glaser, Experts and laymen. The patsy and the sub-contractor, Sociology Press, Mill Valley, Ca., 1972; Experts versus laymen. A study of the patsy and the subcontractor, Transaction Books, New Brunswick, N. J., 1976; Theoretical sensitivity. Advances in the methodology of grounded theory, Sociology Press, Mill Valley, Ca., 1978; A. L. Strauss, Negotiations. Varieties, contexts, processes and social order, Jossey-Bass, San Francisco, Ca., 1978; Qualitative analysis for social scientists, Cambridge University Press, Cambridge, 1987.


[105]. Cfr. J. Corbin, A. L. Strauss, Unending work and care. Managing chronic illness at home, Jossey-Bass, San Francisco, Ca., 1988; S. Fagerhaugh, A. L. Strauss, The politics of pain management. Staff-patient interaction, Addison-Wesley, Menlo Park, Ca., 1977; S. Fagerhaugh, A. L. Strauss, B. Suczek, C. Wiener, Hazards in hospital care, Hossey-Bass, San Francisco, Ca., 1987; L. Schatzman, A. L. Strauss, Field research. Strategies for a natural sociology, Prentice-Hall, Englewood Cliffs, N. J., 1973; A. L. Strauss, R. Bucher, D. Ehrlich, L. Schatzman, M. Sabshin, Psychiatric ideologies and institutions, Free Press, Glencoe, III, 1964 (un texto ejemplar para la combinación entre metolodogía cualitativa y cuantitativa); A. L. Strauss, J. Corbin, S. Fagerhaugh, B. Glaser, D. Maines, B. Suczek, C. Wiener, Chronic illness and the qualtity of life, Mosby, St. Louis, 1984; A. L. Strauss, J. Corbin, Shaping a new health care system, Jossey-Bass, San Francisco, Ca., 1988; A. L. Strauss, S. Fagerhaugh, B. Suczek, C. Wiener, The social organization of medical work, University of Chicago Press, Chicago, 1985.


[106]. Cfr. A. Strauss, J. Corbin, Basics of qualitative research. Grounded theory procedures and techniques, Sage, Newbury Park, Ca., 1990.


[107]. Cfr. B. A. Turner, “Some practical aspects of qualitative data analysis: one way of organising the cognitive process associated with the generation of grounded theory”, Quality and quantity, 15, 1981, pag. 225-247, retomado por A. Bryman, Quantity and quality in social research, cit., pag. 83-84.


[108]. Cfr. M. Hammersley, “The researcher exposed: a natural history”, en R. G. Burgess (compilador), The research process in educational settings. Ten case studies, Falmer Press, Londres, 1984, pag. 39-67, citado por A. Bryman, Quantity and quality in social research, cit., pag. 85.


[109]. Cfr. G. Statera, Contro la “nouvelle vague” antimetodologica, cit., pag. 258.


[110]. Cfr. L. Cannavò, Qualità e quantità: tra metodologia sociologica e sociologia della scienza, cit., pag. 37.


[111]. Cfr. G. Statera, Le espistemologie post-empiriste e la logica dell’indagine sociologica, cit., pag. 22-26.


[112]. Cfr. G. Statera,  Op. cit., pag. 28.


[113]. Cfr. A. Strauss, J. Corbin, Basics of qualitative research. Grounded theory procedures and techniques, cit.


[114]. Cfr. A. Strauss, J. Corbin,  Op. cit., pag. 31.


[115]. Cfr. A. L. Strauss, Qualitative analysis for social scientists, cit.


[116]. S. Dufour, D. Fortin, J. Hamel, L’enquête de terrain en sciences sociales. L’approche monograpique et les méthodes qualitatives, cit., pag. 54.


[117]. Cfr. R. Boudon, Subjective rationality and the explanation of social behavior, LUISS, Roma, 1991.


[118]. Cfr. Ferrarotti, Storia e storie di vita, Laterza, Bari, 1981, pag. 91-95.


[119]. Cfr.F. Ferrarotti, Op. cit., pag. 91.


[120]. F. Ferrarotti, La storia e il quotidiano, Laterza, Bari, 1986, pag. 139.


[121]. F. Ferrarotti,  Op. cit., pag. 146.


[122]. Nos referimos, por ejemplo, a los congresos internacionales “Biografia, storia e società. L’uso delle storie di vita nelle scienze sociali”, “Oralità, vissuto, scrittura” y “Qualità e quantità nella ricerca sociale” organizados en Roma respectivamente por M. I. Macioti en 1981 y en 1987 y por R. Cipriani en 1989. Para la publicación del primer congreso cfr. M. I. Macioti (compilador), Biografia, storia e società. L’uso delle storie di vita nelle scienze sociali, Liguori, Nápoles, 1985 y Oralità e vissuto, Liguori, Nápoles, 1986. Con respecto al segundo y al tercer congreso véase el número doble 94-95, verano-otoño 1990, de La critica sociologica, pag. 1-113. Para una contribución significativa de investigación empírica: cfr. R. Cavallaro, Storie senza storia, CSER, Roma, 1981.


[123]. Cfr. G. Levi, “Les usages de la biographie”, Annales, 44, 6, 1989, pag. 1325-1336.


[124]. Cfr. E. Campelli, “Approccio biografico e inferenza scientifica”, Sociologia e ricerca sociale, 9, 1982, pag. 71-94, en particular pag. 80.


[125]. Cfr. E. Campelli, 1982, Op. cit., pag. 91. Respecto a A. Degenne cfr. “Une méthodologie ‘douce’ en sociologie”, L’année sociologique, 31, 1981.


[126]. Cfr. E. Campelli, Le storie di vita nella sociologia italiana: un bilancio, “Sociologia e ricerca sociale”, 31, 1990, pag. 184.


[127]. Cfr. E. Campelli,  Op. cit, pag. 185.


[128]. Cfr. E. Campelli, Op. cit., pag. 189.


[129]. Cfr. E. Campelli,  Op. cit., pag. 46.


[130]. E. Campelli, Il metodo e il suo contrario. Sul recupero della problematica del metodo in sociologia, Angeli, Milán, 1991, pag. 92.


[131]. C. Cipolla, Oltre il soggetto per il soggetto. Due saggi sul metodo fenomenologico e sull’approccio biografico, cit., pag. 84. Cfr también C. Cipolla, Teoria della metodologia sociologica. Una metodologia integrata per la ricerca sociale, cit., pag. 55-57.


[132]. C. Cipolla,  Ibidem.


[133]. C. Cipolla,  Op. cit., pag. 103.


[134]. C. Cipolla,  Op. cit., pag. 114.


[135]. Cfr. A. Cavalli (compilador), Il tempo dei giovani, Il Mulino, Boloña, 1985 (una investigación colmada de elementos cualitativos).


[136]. Cfr., entre otros, M. Rampazi, Le radici del presente. Storia e memoria nel tempo delle giovani donne, cit.


[137]. Cfr. R. Massa, D. Demetrio (compiladores), Le vite normali. Una ricerca sulle storie di formazione dei giovani, Unicopli, Milán, 1991.


[138]. Cfr. L. Bovone (compiladora), Storie di vita composita. Una ricerca sulle scelte esistenziali della generazione di mezzo, Angeli, Milán, 1984 (con ensayos de N. Audisio, E. Besozzi, L. Bovone, G. Rossi, G. Rovati).


[139]. Cfr. L. Bovone (compiladora), Il rischio della vita composita. Tre generazioni di intellettuali a confronto, Vita e Pensiero, Milán, 1991 (con ensayos de N. Audisio, E. Besozzi, L. Bovone, G. Rossi, G. Rovati).


[140]. Cfr. F. Schütze, “Pressure and guilt: war experiences of a young German soldier and their biographical implications”, part I: International sociology, 7, 2, 1992, pag. 187-208; part II: ivi, 7, 3, 1992, pag. 347-367


[141]. Cfr. J. Wlodarek, M. Ziolkowski (compiladores), Metoda biografczna w sociologii, Panstwowe Wydewnictwo Naukowe, Warsaw-Poznan, 1990.


[142]. L. Bovone (compiladora), Il rischio della vita composita. Tre generazioni di intellettuali a confronto, cit., pag. XIII.


[143] . R. Cipriani, C. Corradi, C. Costa, D. Schiattone, Sentieri della religiosità. Un indagine a Roma, Morcelliana, Brescia, 1993.


[144]. Cfr. R. Cipriani, La religione dei valori. Indagine nella Sicilia centrale, Sciascia, Caltanisetta-Roma, 1992.